En un lugar de difícil acceso, próximo a la frontera con Francia, los agentes de la Guardia Civil lograron desactivar ayer ocho de las 16 cargas explosivas que ETA había colocado en una torre de alta tensión en Bujaruelo. Las otras ocho ya había explosionado cuando los agentes lograron detectar la bomba desde un helicóptero. La operación funcionó como un reloj, pues la Guardia Civil no bajó la guardia en ningún momento, aun cuando algunas fuentes apuntaban el sábado por la noche la posibilidad de que la amenaza fuera falsa. A petición de los tedax, la compañía eléctrica cortó la línea y los excursionistas y montañeros permanecieron acordonados en un lugar apartado para evitar que sufrieran daños. En esta eficaz operación la información ha sido la característica más reveladora: el propio delegado del Gobierno, Javier Fernández, informó personalmente a las decenas de personas atrapadas el sábado en la zona del mesón de Bujaruelo.