Si de evocar los 60 se trata, de inmediato a uno le envuelven los conceptos y las imágenes de revolución sexual, hipismo, anarquismo, paz y amor. Lo del plus al salón es más de ahora. Pero, es curioso, si entonces hablábamos de una revolución de las ideas, hoy estaríamos asistiendo a un fenómeno paranormal, la ego revolution. ¿A qué nos referimos? Al mal común que comparten individuos tan dispares a priori como un Sánchez, un Iglesias, un Trump, un Putin o una Lepen, Primero yo, segundo yo y después yo. Esto es, mi culo bien posicionado y mi ego antes que todo: que mi partido, que mi proyecto político o que el planeta. Tremendo despropósito el de estos Illuminati que andan por ahí creyendo que el ser humano es estúpido e ignorante por naturaleza. No les demos la razón. No dejemos que un puñado de sectarios enajenados manejen los hilos de este teatro de títeres en el que pretenden convertir el mundo. Paremos los pies a un Sánchez que se erige como la solución a un PSOE que estuvo a punto de exterminar cuando tuvo su oportunidad y que asegura que podría entenderse con los morados si se impone Errejón, sin ni siquiera saber de qué palo va este. Pongamos en su sitio a un falso d’artagnan que lleva por lema «Podemos para todas» y dejemos que la esencia morada se imponga sobre las ansias de poder de ese secretario general desesperado, que en absoluto piensa en el bien común de los suyos. Y atemos en corto a esos vástagos de Lucifer que osan someter y acabar con la justicia y con las libertades que tantos siglos han costado conseguir.

*Periodista y profesora de universidad