En su época, principios del siglo XX, Egon Schiele fue uno de los artistas más revolucionarios de los llamados «ismos» de la pintura. Su manera de entender, desde una absoluta libertad, el arte, lo colocó en una posición difícil. Como Klimt, uno de sus maestros, apostó por la total liberación de la naturaleza y del hombre, despojándolos de todo apriorismo y norma, hasta lograr entrever y comprender su desnudez.

En consecuencia, sus dibujos y cuadros, muchos de ellos con figuras desnudas en posturas poco académicas, abandonadas al placer sexual o a composiciones que prefiguraban otras ópticas y ángulos, se enfrentaron a la censura de la época, cuyas fuerzas se emplearon a fondo en detener o, al menos, controlar la carrera del artista. Schiele moriría antes de cumplir los treinta años, sin haber logrado especial reconocimiento. Hoy está considerado uno de los grandes genios de la pintura.

La cartelera cinematográfica ofrece estos días una película sobre su vida. Dirigida por Dieter Berner, recrea los años de exaltación del genio, encarnado por el actor Noah Saavedra. Junto a él conforma pareja protagonista Maresi Riegner, en el papel de Wally, la modelo que acompañaría a Egon a la largo de casi toda su vida artística, musa, amiga y amante hasta el final. Wally sería una de sus grandes defensoras cuando se acusó y procesó a Egon bajo los cargos de pornografía y pederastia, al haber dibujado a niñas y niños desnudos.

La revolución de Schiele fue sobre todo estética. Políticamente hablando no llegó a dar el giro revolucionario que sí ensayaron otros artistas de la época, apoyando los movimientos de izquierda o la Revolución rusa. En su Viena --la ciudad negra, llena de prescripciones, la definiría-- en que le tocó vivir, resistir, acabaría atrapado entre los intereses de clase de su origen pequeño burgués, raíz que condicionaría incluso su más que convencional matrimonio, y la necesidad de no seguir irritando a las autoridades para contar con los grandes museos y recursos del imperio de Francisco José.

Contradicciones, sí, como el feroz expresionismo de sus desgarrados dibujos, intensos, únicos, desgarradores.