La tauromaquia, ese arte tan nuestro y hoy tan acosado, aporta una riqueza literaria popular que ha sido y será siempre doctrina de inspiración y de análisis en cualquier actividad de nuestra sociedad. El vocabulario taurino permite distinguir los diferentes aspectos del complicado arte, morfología y comportamiento de los desiguales elementos que intervienen en los festejos taurinos. De igual forma pueden servirnos para indagar en las ultimas sesiones de nuestra arena parlamentaria donde encontramos prototipos de una frágil y mal educada organización socio política y cultural, con situaciones, escenas, personajes, comediantes que en el mundo taurino están especialmente diferenciados.

Si definimos trapío como el conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Condiciones que se pueden reivindicar igualmente a un parlamentario. Diremos «tiene trapío» cuando reúna las cualidades físicas y presencia necesaria para la brega parlamentaria, manifestando las condiciones necesarias para la lidia de las ideas. El trapío se convirtió en trampeo.

El maestro legislativo debe caracterizarse por su cultura, educación, civismo y respeto a los representantes de ideas diferentes a las suyas, a ser posible adornado por la sabiduría y la pasión, que sintetizan el parlamentarismo o arte del diputado. Festejo con poco arte.

El encaste, definido en la tauromaquia como el resultado obtenido por cruzar el ganado bravo o refrescarlo. El encaste parlamentario vendría definido por el resultado del cruce civilizado y cordial de las diferentes ideas representadas en la Cámara. Se dice que un toro está encastado cuando sus características corresponden con las típicas de la casta a la que pertenece o de la que desciende. Un parlamentario estará encastado cuando defienda las ideas de la parte del pueblo que lo ha elegido, sin mentir. Encaste muy defectuoso en San Jerónimo.

Mucho manso, huidizo, con embestidas a traición, sin mirar de frente, sino a los bajos, escarbando maliciosamente en las formas y en las ideas buscando la embestida fácil para hacer el mayor daño posible. Suficientes caretos y encalcetinados con divisa de lazo amarillo chillón. Y alguno aleonado y carifosco con ojos saltones de la casta vasco-navarra. Todos faltos de nobleza, desacreditando a su linaje parlamentario, al ganadero que lo incluyó en cartel. Estilos que se repiten con excesiva frecuencia, mostrando su cobardía cerrándose en tablas azules y granates, falseando su condición y mostrando su incapacidad para asumir la cuota que le corresponde en el arte para el que fue seleccionado. Es cierto, que, en su ejecutiva el ganadero pudo percatarse que falseaba, que engañaba en la dehesa, en el campo, en la tienta y que nunca debió darle la oportunidad del fracaso de volver a corrales.

Durante la brega parlamentaria pudimos apreciar cómo una de las primeras figuras anunciadas, personaje de pueril y engañosa figura, sin hechuras, desneuronado, con autoengaño, trasmitió con insistencia su incapacidad, falseando el arte parlamentario con apariencias y composturas de frente, por detrás, por la derecha y por la izquierda. Situación agravada por los deficientes subalternos, incluido el/la mozo de estoques que malamente le aconsejaba.

Situaciones para meditar sobre lo que viene ocurriendo en nuestro Coso parlamentario de San Jerónimo, con excesiva frecuencia. El fracaso absoluto de la fiesta de la democracia por incompetencia de unos y mansedumbre de otros. Mansos políticos y políticos mansos desde el banco azul hasta los sitiales más altos de sol y sombra. Alguno, que escarbaba en su escaño, insistiendo una y otro vez con desafortunados derrotes y haciendo daño democrático. Nadie supo sacarlo de su refugio en la tabla azul. Ni siquiera los peones de confianza de Todas juntas, que aun siendo de la misma ganadería pero diferente camada no supieron perfilar el lance ni el quite que anulara el provocado y avalado por el/la mozo de espadas.

La fiesta parlamentaria y el arte democrático se corrompen por las desestructuradas ideas que han colonizado las neuronas de determinadas mentes, parásitos oportunistas, que se definen como progresistas. Las perniciosas ideas, cuando se enquistan en adulteradas neuronas, se hacen más dañinas al pretender implantarlas bajo el prostituido progresismo. A pesar del fracaso del espectáculo parlamentario, todos se dietaron adecuadamente. Les traiciona el subconsciente al creer que la riqueza democrática se logra trabajando menos y un período más breve. Credo vendido durante muchos años la izquierda que hoy se auto califica como progresista. En el arte taurino y en el democrático se usan las dos tendencias o manos: la izquierda y la derecha. Se triunfa con las dos, si se saben manejar.

El arte democrático denuncia que un gobierno fuerte no puede estar presidido por alguien sin criterio, que falsea y cambia de opinión de forma continuada y está decidido a implantar el reino de la injusticia a cualquier precio. Esto agrava la fiesta.

*Catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza