Vendrán los días de mucho calor y puede que les pique algún insecto. En principio, será un mosquito casi con toda seguridad. Hay otros -insectos, claro-, pero la inmensa mayoría no nos son familiares. Me parece extraordinario que los insectólogos hayan llegado a calcular que hay más de un millón y medio de especies.

Me maravilla la capacidad de observación y de descripción que tienen los científicos. Dicen que los insectos tienen varios aparatos bucales de tipos diferentes: masticador, chupador, picador-chupador, lamedor... Todo ha sido analizado y estudiado. Entre las muchas ignorancias que he ido arrastrando a lo largo de la vida, está la de no saber que hay insectos unisexuales.

Y solo me faltaba leer lo que ha escrito en una información Michele Catanzaro: «La ciencia genera los primeros insectos sociales transgénicos».

Dicen que ya se han producido las primeras hormigas mutantes. Y que una técnica revolucionaria ya permite cortar y pegar unos genes de forma rápida y barata. Esto es más que un juego. Este poder modificador también podría llegar a tranformar fácilmente los embriones humanos.

Yo ya no lo veré, pero puedo imaginarme que, algún día, un ciudadano entrará a tomar algo en un bar y el camarero le preguntará: «¿Qué marca de insecto quiere?».

Cuando yo era joven, y estaba de moda el género de las zarzuelas, me parece que era en La Verbena de la Paloma cuando en un momento del espectáculo todo el grupo de personajes se ponía a cantar: «Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad». ¡Qué tiempos, aquellos!

Con el paso del tiempo ha tenido éxito la ciencia ficción, en la literatura y sobre todo en el mundo del cine. El motor de los cambios es el progreso de la tecnología. Y lo que era impensable está, cada día, llamando a la puerta.

Y tengo que aplaudirlo tecleando mi vieja Olivetti mecánica.

*Escritor