El problema de los agitprop, de los agitadores profesionales de la política, es que son malos políticos. Impacientes, altaneros, radicales, básicos en sus creencias, no acaban de entender la naturaleza pactista del poder, y cuando al fin lo ocupan es para confundirlo con una herramienta mejorada de la agitación y para transformarlo en demagogia.

Es elcaso, por ejemplo, de Quim Torra.

El presidente de la Generalitat, que lo es sin haberse presentado a elección alguna, y que probablemente tampoco concurrirá a las urnas en el futuro inmediato, es un agitador profesional, de la misma manera que Carles Puigdemont ha sido y es un comisario político. Circunstancialmente colocado al frente del Gobierno catalán, sin el carisma de un Tarradellas o la formación de un Pujol, Torra es incapaz de imprimir nuevos rumbos a su gobernación, dejándose arrastrar por la misma ola que ellos han creado. Es el tsunami del independentismo en su aspecto más intransigente y violento el que ya le domina, animándole e insultándole a la vez, y señalándole con el dedo el enemigo para que intente abatirlo. En esa dirección, Torra sabe que se estrellará contra el muro del Estado, que puede ser cesado, procesado, que tal vez tenga que exiliarse, como su colega Puigdemont, y que dejará a su sucesor las cosas tal como están o peor: sin independencia real y con dependencia total de la Constitución y las leyes españolas. Pero nada de eso le importa, y por lo mismo no ha tenido el menor empacho en desafiar a Pedro Sánchez.

Es verdad que si los catalanes no apoyan los presupuestos del PSOE no saldrán adelante, pero también lo es que el país no puede depender de las amenazas o condiciones de un fanático irredento como Torra. Antes sería preferible convocar elecciones generales, y muy probablemente, si continúan los violentos asaltos de los cedeerres, acariciados con guante de seda por el PDECat y con porras de plumas por los mossos, eso será, bastante a su pesar, lo que determine el gobierno. ¿Ganaría el PSOE? Las encuestas le van mucho mejor que hace unos meses, pero Podemos, en manos de otro agitprop, ha bajado en intención de voto. Ser o no ser en las urnas, he ahí la cuestión.