Las elecciones que hoy se celebran en Cataluña no solo son importantes para los catalanes. Deberían servir para cambiar el escenario político que ha tenido el país hasta antes del inicio de la pandemia. De una vez por todas, se necesita hacer política, no jugar a hacer política, que es la antipolítica, por lo que estos comicios deberían ser el momento idóneo para iniciar una nueva etapa. Es una oportunidad para cambiar el ciclo. En Cataluña, en España, pero también en Aragón. Las dos comunidades tienen unos vínculos sólidos desde hace muchos años y son muchos los aragoneses que viven con total naturalidad las relaciones sociales entre ambos territorios. Con el Gobierno catalán que salga de las urnas (si no hay que repetir las votaciones porque no se pueda formar, que también podría ser una opción) Aragón tendría que encontrar el momento de la reconciliación para poder recuperar esos vínculos perdidos sin los que ambas comunidades salen perjudicadas.

Aragón y Cataluña tienen 225 kilómetros de frontera compartida, la Franja, desde el Pirineo hasta Els Ports de Beceite, en Teruel, con más de 40.000 aragoneses conviviendo entre uno y otro lado de cada territorio, y eso marca mucho. En la Ribagorza, el Baix Cinca, la Litera y el Matarranya. Los vínculos son históricos, desde la época medieval y la Corona de Aragón hasta nuestros días y se ponen de manifiesto en la lengua y en la cultura. Hoy, en estas tierras aragonesas no se entiende la sanidad sin mirar a Cataluña, hay zonas que comparten hasta los bomberos, hectáreas de campos aragoneses que se riegan con agua del otro lado de la frontera, fruta de la Litera que pasa por alguna cooperativa catalana, empresas de porcino que tienen integradas muchas granjas en Aragón e incluso municipios aragoneses que celebran el segundo día de Navidad y La Mona. Son muchos intereses comunes y la política, aquí, queda totalmente al margen.

Vínculos

Como todos los vecinos, hay muchas diferencias, como históricamente las ha habido, pero como quiera que los vínculos son mucho mayores no pueden perderse, aunque en los últimos meses se hayan difuminado entre tanta propaganda. Que haya catalanófobos que no entiendan que el modelo territorial no es único siempre los habrá, pero no deben marcar las relaciones entre dos comunidades que, además de todas esas relaciones sociales y humanas, en los últimos años han tenido unos 15.000 millones de euros de intercambios comerciales porque más del 30% de lo que vende Aragón lo hace a Cataluña y más del 55% de lo que vende Cataluña lo hace a Aragón.

Por todo esto, las elecciones catalanas de hoy son importantes también para Aragón. Hay que cambiar el escenario de los últimos años y para eso hace falta mucho coraje político en Cataluña, fundamentalmente. Es obvio que según quien gane, las relaciones con el Ejecutivo aragonés serán distintas. Si los que apuestan por la independencia siguen gobernando, seguiremos teniendo complicadas las relaciones. Los políticos catalanes han tenido pocas ganas de encontrarse con Aragón en los últimos años, mientras que desde el Gobierno de Aragón se ha hecho una gran defensa de la españolidad de Cataluña. Ni unos ni otros han contribuido en positivo a mantener sólidos los vínculos históricos. La tensión independentista ha llevado todo al límite. Si los secesionistas no ostentan la mayoría política catalana y no acceden a los órganos de gobierno, será más sencillo y se podrá volver a compartir esa naturalidad con la que conviven a diario todos los aragoneses de la Franja con sus vecinos de Cataluña.

Pero pase lo que pase en la jornada electoral de hoy, hay que reivindicar la reconciliación de los dos territorios. Hay que iniciar una nueva etapa y hay que ir por encima de los propios modelos políticos. La democracia es negociación y pacto y ahí Aragón y Cataluña tienen que encontrarse porque vivir como apestados solo aporta negatividad y todas las personas que conviven y trabajan a diario en torno a esa frontera necesitan esa naturalidad de toda la vida. Habrá problemas, como tienen todos los vecinos, pero todos tienen su resolución.

Los bienes

Ahora está caliente el problema de los bienes de las parroquias aragonesas, que se resolverá tarde o temprano a favor de Aragón porque ahí es donde está la razón claramente y todas las sentencias, judiciales y religiosas, así lo han dictado. Pero no debe plantearse como una nueva victoria sobre Cataluña. Debería ser el punto final de un largo y penoso proceso que no ha beneficiado a nadie. A partir de ahí, hay que volver a poner en valor los nexos económicos, sociales y culturales entre las dos comunidades. Barcelona es la segunda ciudad con más aragoneses, después de Zaragoza, y numerosos aragoneses trabajan en Cataluña y al revés y día tras día pasan y traspasan una frontera que casi es ficticia para ellos. Para muchos de este lado, hay bastantes referentes en el otro lado, son como un espejo en el que mirar. Para otros, en esta parte hay mucha vida social y económica. Con estos mimbres, los políticos deben seguir tejiendo unos vínculos que tienen que seguir siendo importantes.