Ahora salen los shiís, que son unos veinticinco millones de los sesenta que tiene Irak, y dicen la palabra mágica: "elecciones". Ahí te quiero ver. Tiembla el Empire. Ante esta palabra los contratos se tambalean. Los contratos a medio firmar, todas esas tuberías ya diseñadas. Ay, elecciones, hermosa palabra prohibida. En un ambiente de bomba diaria, el líder religioso de los shiís ha soltado la bomba atómica: Ali al Sistani pide elecciones ya, sin esperar a los planes de Bush, que en principio las anunciaba para junio. Las proclamas religiosas y la bomba diaria no conmueven a occidente, que tiene mucha mano de obra barata para inmolar en ese pudridero mientras se van firmando los negocios, las tuberías y los seguros. Asegurar esas operaciones es cosa de orfebres. Pero hete aquí que los ulemas sihiís han lanzado la palabra más peligrosa del mundo: elecciones. La palabra es sagrada en occidente. Elecciones, bancos poderosos y registro de la propiedad son las bases de la civilización que ya ha mandado un biscúter a Marte. Miles de sihiís salen en manifestación por Bagdad, Basora y otras ciudades para pedir elecciones. Es una reivindicación irreprochable. Aquí mismo, no hace tantos años, salíamos a pedir lo mismo. Esto va a alterar los planes reelectorales de Bush, que ganó las suyas por los pelos del Supremo. La palabra elecciones, santas elecciones. Quizá los ulemas no creen en ese mecanismo importado, impuesto, pero en cuanto salen a pedirlo están reconociéndolo, acatando sus principios (y esto es lo mejor): un hombre, un voto. Una mujer, un voto. Lo que intentan los amigos americanos, y con razón, es que las futuras elecciones las ganen siempre los mismos, es decir, ellos, encarnados en dos partidos intercambiables, que gobiernen según el canon, el FMI y eso. Más o menos la democracia. No contaban con que los sihís iban a ser más papistas que el papa, más democráticos que los washp. Lo lógico es que las elecciones, en su día sine die, las ganen los franquistas de allí, y luego, más adelante, el partido de repuesto, la alternativa ficción, pero siempre dentro de un orden y listas bien cerradicas. Ahora los líderes religiosos han abrazado la fe democrática y han puesto en un brete la hoja de ruta del Imperio y sus petrolcuñados. Habrá que buscar algún pretexto. Por ejemplo, que el censo no está completo.

*Periodista y escritor