Rodríguez Ibarra tenía una propuesta que hacer al Partido Socialista para excluir del Congreso de los Diputados a los partidos nacionalistas, mediante una posible reforma de la ley electoral. El presidente de Extremadura, que no tiene pelos en la lengua y pertenece a un partido en el que no todos piensan lo mismo, ha dicho en público lo que pensaba. Y se ha armado la de Dios es Cristo.

Rodríguez Ibarra ha retirado su propuesta a petición de Zapatero que ha dicho, también en público, lo siguiente: "Aunque Juan Carlos tiene normalmente ideas interesantes y positivas, ésta no la comparto". Es posible que Rodríguez Ibarra haya tenido una mala idea, como así ha pensado Zapatero. Y es posible que Zapatero no la haya tenido mejor al pedirle que retirara su propuesta para el debate en la Conferencia Política del PSOE que ha de celebrarse este fin de semana. Si he de decir la verdad, diré con todo respeto que no comparto ninguna de las dos ideas. Como tampoco comparto el plan Ibarretxe , sin que esto quiera decir que esté de acuerdo con los que quieren prohibir que se debata en el Parlamento vasco. Por otra parte, no me extraña la petición de Zapatero y la renuncia de Ibarra. ¿No es eso lo que cabe esperar de un partido plural, democrático y disciplinado?

Lo que no comparto ni entiendo es que se presuma de pensar todos lo mismo en un partido político. Esto sucede apenas en el ejército, donde lo primero es la disciplina. Pero en un partido político no pueden pensar todos lo mismo, a no ser que piensen todos con la misma cabeza; pero como esto es imposible: o se piensa con la propia cabeza o no se piensa en absoluto, lo más probable es que no se piense al menos en público o que piense sólo uno, el jefe, durante la campaña electoral. ¿No es ese el caso del Partido Popular? Seguramente, y también eso puedo entenderlo desde un punto de vista táctico; es decir, entiendo que lo hagan y no que presuman de hacerlo.

PERO LO QUE MAS temo y no puedo compartir en absoluto es que el Sr. Rajoy, ese que piensa, el candidato del PP a la presidencia, en vez de debatir con el Sr. Zapatero los programas electorales de uno y otro partido, en público claro, y en televisión y tú que lo veas, nos distraiga descalificando cualquier opinión particular que no sea la suya con tal que lo sea de Ibarra, Maragall o de un líder socialista. Como si los españoles no tuviéramos derecho a saber lo que piensa el uno y el otro, frente a frente, y sólo tuviéramos derecho a elegir entre uno y otro sin saber muy bien lo que elegimos. Cuando se escamotea el debate en público y se nos acosa por todas partes con propaganda electoral, cuando se prefiere seducir a persuadir, cuando una imagen vale más que mil palabras y un slogan bastante más que un discurso. Cuando la fuerza de la repetición es mucho más rentable que cualquier argumento, cuando el mercado decide incluso en una consulta electoral, cuando se nos trata como a un rebaño, cualquier opinión que lo sea, esto es, que exprese una idea discutible, digna de ser discutida, aunque no se comparta y hasta precisamente por eso, es de agradecer como estímulo de una participación racional y responsable de los ciudadanos en la política. Y es un acto público en el que se reconoce la dignidad de los electores. Es por eso que no me escandalizo por lo ha hecho Rodríguez Ibarra: expresar su opinión, ¿es eso un delito? No. En este caso, como en tantos otros, el único motivo de escándalo lo encuentro en aquellos que al parecer no entienden nada de la libertad de expresión.

PROFUNDIZAR en la democracia no es tanto extender el derecho a voto, que también, cuanto extender el debate y la participación racional y razonada en las decisiones que nos conciernen. Es en este contexto y en esta situación, cuando pensar parece un peligro en nuestro mundo y discutir una falta de educación incluso en los foros que se crean expresamente para la discusión; es en este contexto cultural y político del pensamiento único o del pensamiento en blanco y negro, sin matices, maniqueo, débil como pensamiento y fuerte como un arma poderosa para defender los intereses egoístas, cuando hay que pedir un respeto para la disidencia.

Si sólo somos capaces de escuchar lo que sabemos y de oír a los que expresan nuestra misma opinión, es evidente que somos incapaces de debatir nada y es muy probable que se nos haya preparado magníficamente para topar. Y para ir al matadero. ¿No es eso lo que quieren todos los pastores? Pues claro.

*Filósofo