Elton John, memorias y desmemoria

La última, Rocketman, sobre la vida de Elton John.

Para los fans del cantante, entre los que me cuento, su visión es ciertamente obligada, pero probablemente guionista y director (Dexter Fletcher), firmando indiscutiblemente un producto arrevistado, vistoso y más que digno deberían haberse esforzado un poco más. Sobre todo, en el fondo de los temas expuestos, muchos de ellos de rabiosa actualidad, en base a la versátil personalidad de Reginald Dwight, el verdadero nombre con que vino al mundo el rockero.

Y que, antes de llegar a serlo, se formó musicalmente en un conservatorio, becado en sus estudios de piano.

Algo bastante común en la base de las grandes estrellas británicas del pop, la mayoría de ellas con una sólida formación musical que les permitía tocar varios instrumentos y componer con soltura.

Músicos, en primer lugar, como en la vida y en la película de Elton queda claro que lo era al conocer a Bernard Taupin y pasar a depender de sus letras prácticamente el resto de su carrera. La cinta menciona asimismo a Leon Russell, uno de los grandes de la música americana a quien Elton, cuando aún no era un astro, iba a escuchar en los cafés de Los Angeles. Muchos años después ambos, a iniciativa de Elton, grabarían un maravilloso disco, The Union.

Rocketman no elude en absoluto los graves problemas del artista con el alcohol y las drogas, su intento de suicidio, sus fracasos amorosos ni su amarga relación con su familia. Más bien, todo lo contrario, pues el guión instrumenta argumentalmente la película en línea con tales conflictos, pero haciéndolo, sin embargo, de una manera un tanto superficial, incluso tópica, sin profundizar demasiado en su dimensión social ni en los sentimientos del protagonista.

Un colorido y a ratos emotivo homenaje, en cualquier caso, a una de las grandes figuras de la música popular, el único, el inimitable Rocketman...