Aragón perdió ayer a un ilustre, Emilio Eiroa, que entre otros muchos cargos públicos, fue presidente de la comunidad entre 1991 y 1993 y de las Cortes, entre 1995 y 1999. Su figura, recordada por compañeros y adversarios como la de un político aglutinador, una excelente persona y un aragonés ejemplar, se sitúa por derecho propio entre las más destacadas de la historia reciente de Aragón.

Fundador del PAR, este asturiano residente en Zaragoza desde los 15 años, formado en la abogacía y convencido demócrata, despuntó en política en las postrimerías del franquismo y en los albores de la transición. Concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, senador, diputado en las Cortes de Aragón desde su constitución, en 1983, hasta 2002, hizo gala de una gran vocación de servicio público. Las reacciones de admiración, respeto y gran consideración fueron ayer la tónica general en la capilla ardiente, organizada en el edificio Pignatelli, sede de la DGA.

Eiroa fue fundamentalmente un moderado, pero no le faltaron arrestos cuando en 1991 y desde el Gobierno de coalición PAR-PP decidió apostar fuerte para que Aragón obtuviera mayores cotas de autonomía y contra la ofensiva trasvasista del Ejecutivo de Felipe González. Desde la Diputación General de Aragón lideró una mesa de partidos en la que estuvieron representados el suyo, el PP, el CDS, Izquierda Unida y la entonces incipiente Chunta Aragonesista. Esta mesa consiguió aglutinar a los aragoneses en tres manifestaciones históricas, celebradas en Zaragoza con motivo de la festividad de San Jorge, en 1992 y en 1993, y en Madrid, el 15 de noviembre de 1992.

El empuje autonomista dio alas al PAR y el PSOE cortó en seco a Emilio Eiroa. En septiembre de 1993, resultó apeado de la presidencia por una moción de censura presentada por el socialista José Marco, apoyado en el voto del diputado tránsfuga del PP Emilio Gomáriz. El hoy fallecido fue víctima del episodio más oscuro de la política aragonesa de los últimos 30 años y, aunque repuesto públicamente en 1995, al ser elegido presidente de las Cortes, ya nunca volvería a la primera línea.

Eiroa, nunca suficientemente valorado, jugó un papel crucial para el desarrollo de la autonomía de Aragón y demostró que desde un partido pequeño se pueden alcanzar grandes cotas de pertinencia política y de dignidad personal. Descanse en paz.