Velado su cadáver en la sede del Justiciazgo, donde él cubrió su última etapa de actividad institucional, Emilio Gastón deja definitivamente este Aragón al que sirvió, que amó y por el cual tanto se preocupó. El cofundador de Andalán, del PSA, diputado por este partido en la Constituyente, Justicia de Aragón, poeta, artista, jurista y personaje siempre risueño y cargado de amables ocurrencias nos deja. Con él desaparece otro miembro singular de una generación que supo aunar la inquietud intelectual con el compromiso político y que tuvo un papel fundamental en la Transición a la democracia y, en el caso que nos ocupa, en la reinvención de un Aragón que previamente había quedado reducido a localista escenario de una estética zarzuelera y reaccionaria.

Personajes como Emilio Gastón (o como José Antonio Labordeta, que partió antes) construyeron el imaginario de un país aragonés cuya identidad historíca se sublimaba en la lucha por un futuro de democracia, justicia y progreso. De hecho, en los últimos cuarenta años dicho imaginario ha seguido siendo la única interpretación positiva de nuestra tierra. No ha existido ya ningún otro grupo capaz de renovar ideas, tesis y propuestas.

Gastón se ganaba a todos por su optimismo y bonhomía. Pero además del recuerdo de una personalidad amablemente arrolladora, nos queda su obra escrita y su presencia para siempre en la Historia.