Después de la primavera más dura que como sociedad hemos tenido que afrontar, empieza un verano que debe estar lleno de esperanza, pero también de incertidumbres. Las previsiones económicas siguen siendo pesimistas, y también la evolución de un virus que si bien parece que ha perdido fuerza en Europa, continúa agazapado como se puede ver con los rebrotes puntuales que surgen en determinados puntos y que ahora está golpeando a otros continentes con la misma dureza que aquí hace tres meses. Llega el verano y las vacaciones, pero estas no van a existir para muchos comercios que han visto cómo su actividad se ha frenado por completo durante tres meses y han dejado de recibir ingresos mientras seguían los gastos. Por eso, este julio y agosto serán dos meses atípicos y más de un negocio estará abierto. Este año, más que nunca, quien pueda debe ejercer el consumo de proximidad.