Hace ahora 42 años, en los estertores de la dictadura franquista, ingresé en las Juventudes Socialistas. Fueron tiempos apasionantes para construir un Estado democrático. El PSOE fue un actor político esencial, especialmente en la época en la que Felipe González fue secretario general del partido y presidente del Gobierno de España, período en el que se articuló en España una sociedad más justa e inclusiva. Esto fue posible por el respaldo ciudadano mayoritario expresado libremente en las urnas. La sinergia partido-Gobierno garantizó el logro de los objetivos avalados por los electores.

En la reciente historia democrática, las pugnas fratricidas en el seno del Partido Socialista han llevado siempre a desastres electorales con pérdida de la credibilidad. En la cultura política arraigada en el PSOE, la bicefalia se ha traducido lamentablemente en un enfrentamiento entre quienes, por una parte, presiden o aspiran a presidir una institución y, por otra, dirigen el partido. En 1998, con el PSOE en la oposición al Gobierno del Partido Popular, el Secretario General Joaquín Almunia perdió unas elecciones primarias frente a Josep Borrell para la candidatura a presidir el Gobierno. La tormenta política posterior concluyó con la renuncia del candidato electo y con el triunfo por mayoría absoluta del PP en las elecciones generales del año 2000.

En Aragón entre los años 1999 y 2011, Marcelino Iglesias presidió un fecundo periodo de gobierno en coalición con el Partido Aragonés. El PSOE respaldó unánimemente esa coalición, con apoyo externo de Izquierda Unida, que obtuvo la confianza de las Cortes de Aragón. Para consolidar el nuevo Gobierno renunció a la secretaría general del PSOE aragonés Isidoro Esteban. La unificación de la dirección del Partido Socialista y la presidencia del Gobierno de Aragón abrió una época histórica de estabilidad institucional y de progreso social.

También ahora, el Partido Socialista gobierna en Aragón gracias a un acuerdo mayoritario de investidura con las fuerzas políticas de izquierda presentes en las Cortes. En estos dos últimos años el Gobierno presidido por Javier Lambán ha puesto en pie un programa socialdemócrata que ha conjugado las políticas sociales, educativas y sanitarias para recuperar el estado del bienestar, dañado por las políticas conservadoras de la anterior legislatura, con medidas económicas para fortalecer el tejido productivo. El Gobierno de Aragón ha comprendido que la mejor forma de combatir la exclusión social es la de favorecer el crecimiento y la creación de empleo de calidad. En este contexto se han fortalecido la apuesta por la logística, la industria agroalimentaria, las energías renovables, la automoción y el emprendimiento.

El Partido Socialista quiere ser la primera fuerza política de Aragón en las próximas elecciones autonómicas en un escenario de competencia con otras formaciones que disputan un mismo espacio electoral. De ahí la importancia de las elecciones primarias convocadas para el próximo día 8 de octubre. Los ciudadanos no podrían respaldar mayoritariamente a una fuerza política cuyo presidente del Gobierno fuera deslegitimado perdiendo el apoyo de la militancia como Secretario General del Partido, un presidente que además perdería el crédito ante el Parlamento al no contar con el de su formación política. Carece de lógica el pretender defender y apoyar al Gobierno de Aragón y al mismo tiempo tachar de nefasta la dirección del partido cuando éste ha elaborado y aprobado las propuestas electorales y apoyado siempre hasta ahora la labor gubernamental.

En esta encrucijada cada militante tiene que asumir su responsabilidad: apoyo a una bicefalia que llevaría al desastre o consolidación del Gobierno que encabeza Javier Lambán. Las ambiciones espurias no pueden cercenar las esperanzas de muchos ciudadanos que quieren seguir confiando en un Partido que lleva a cabo un proyecto socialdemócrata en Aragón y que trabaja por hacer del progreso social el vector básico de sus políticas. <b>*Militante histórico del PSOE Aragón. </b>Presidió el Gobierno autonómico en 1995