La Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la Universidad Juan Carlos I ha organizado unas jornadas bajo la advocación de Letras y espías que están siendo un rotundo éxito. Por el tema en sí, tan extraordinario, misterioso y fascinante como el propio mundo de los espías, y por su impecable organización a cargo de Fernando Velasco, director de la mencionada cátedra, y el escritor Fernando Martínez Laínez, especialista en géneros literarios, novela negra, histórica y, por supuesto, en la larga nómina de los espías de ficción.

Las jornadas se inauguraron con una lúcida conferencia de Jorge Dezcallar, exdirector del Centro Nacional de Inteligencia. Su conocimiento de la geo-política contemporánea le permitió aventurar algunos cambios inminentes en la tradicional división norte-sur y este-oeste. Esquema que parece orientarse hacia un mundo multipolar, donde, según Dezcallar, se producirán o provocarán alianzas coyunturales alderedor de las grandes potencias, Estados Unidos, China o Rusia, sin que ninguna de ellas se imponga con claridad a las demás. Un mundo en el que la historia se acelera, la carrera de armas se dispara y el riesgo de destrucción masiva no está descartado...

En mi intervención, expuse mi fascinación por el arquetipo histórico del espía, que a menudo se subdivide, fragmenta o disfraza en el delator (Judas), el conspirador (Bruto), el usurpador (la misteriosa pareja Marlowe-Shakespeare), el espía político (Quevedo), el traidor (Fouché), el aventurero (Avinareta), el asesino (Ramón Mercader), el político-militar (Putin)... La literatura universal está plagada de espías, desde los tres mosqueteros hasta James Bond (siendo 007 una parodia del género).

Graham Greene y John Le Carré, espías ellos mismos, fijaron el canon del género con sus grandes novelas, donde las ambigüedades y claroscuros de los agentes secretos sirven para entreverar historias políticas, bélicas, diplomáticas, con las pasiones humanas más básicas o recónditas. Doblez, disfraz, extorsión, peligro... Pero, por encima, patriotismo, utopía, sacrificio... Además, tuve la suerte de conocer a varios espías de carne y hueso, pero eso lo contaré otro día (o no).