Justamente en los días en los que celebra sus cien primeros días como jefe del Gobierno de la Nación y como inquilino de la Moncloa, y mientras sigue escuchando la crítica perseverante y global de sus adversarios políticos, José Luis Rodríguez Zapatero recibe hoy al lehendakari vasco dentro de la serie de conversaciones que viene celebrando para restablecer y normalizar las relaciones que el Gobierno central pretende mantener con los gobiernos autonómicos que integran España. Pues bien, hoy toca el plato fuerte de esos encuentros, con el jefe del Gobierno vasco, el peneuvista Juan José Ibarretxe.

Zapatero no oculta su gran deseo, que trasladará a su interlocutor: El plan Ibarretxe , modo singular de reforma del Estatuto vasco que mantiene el lehendakari. Y a partir de ahí, anuncia Zapatero su propósito de hablar, de discutir ese Plan, sin introducir nuevos elementos de crispación.

Es decir, pretende y aspira Rodríguez Zapatero que el propio lehendakari Ibarretxe admita y entienda que no hay, desde el Gobierno de la nación, el grado de confrontación y de resistencia frontal que se producía hace unos cuantos meses, con el Gobierno anterior, y que acepte y dé por buenas las muestras de entendimiento que se han empezado a producir sobre cuestiones pendientes y crispantes: el montante del cupo vasco, la financiación de la ampliación de la policía vasca, el pago de los costes originados por el chapapote del Prestige... Y sobre todo, esa disposición al entendimiento expuesta por Zapatero cuando se trata proceder a la reforma de los estatutos autonómicos: el Gobierno central apoyará aquellos estatutos que hayan obtenido el más amplio apoyo de las fuerzas políticas representantes de la correspondiente comunidad. Salta a la vista que no es el caso del plan Ibarretxe ... Por todo ello, el encuentro es, o pudiera ser, un formidable broche a las celebraciones de los cien primeros días que descrisparon la vida pública.

*Periodista.