La candidatura a la Casa Blanca del ecologista y defensor de los consumidores Ralph Nader sólo puede tener un efecto en el panorama electoral de EEUU: restarles votos a los demócratas. Y, en caso de que haya equilibrio entre progresistas y conservadores, volver a entregarle la presidencia a Bush, como ya sucedió en el año 2000. Entonces Nader le restó a Gore en Florida unos sufragios que le habrían asegurado la victoria.

Ahora, este candidato independiente va camino de repetir aquella hazaña . Entra tarde en la carrera hacia el Despacho Oval y sólo logrará apoyos en los estados más progresistas del país, arrastrando a una parte --quizá decisiva-- de los votantes más liberales que hasta ahora apoyaban a Dean y que, si no tuvieran otra opción, optarían con toda seguridad por Kerry en sus papeletas.

Es cuando menos curioso que surja esta entrada en liza cuando los sondeos anuncian una posible derrota de Bush. Nader sabe que él no será presidente y no da razones convincentes que justifiquen su candidatura testimonial. En la práctica, con su presencia sólo beneficia a la posible reelección de un presidente que pisotea los ideales que él dice defender. Un enigma más de la política de EEUU.