El papel de las entidades sociales resulta fundamental en el momento actual para garantizar la atención de los colectivos más vulnerables, eso sí, de manera complementaria a las administraciones públicas.

Hace varios siglos que las personas han ejercido su compromiso por los demás a través de organizaciones diversas, movidos por la beneficencia, la filantropía, la justicia social, e incluso por la necesidad de autoayuda.

Con la llegada de la democracia y el compromiso de los gobiernos por ir engendrando el Estado de bienestar, estos fueron pidiendo a las entidades sociales que se profesionalizaran, que la buena voluntad no era suficiente y que gestionaran aquellos servicios públicos que en muchas ocasiones habían sido creados desde el compromiso mutuo de ambos sectores o de la reivindicación ciudadana.

Dicho paso vino acompañado de una infradotación económica que se suplía con militancia. De manera que un mes se cobraba y otro... Hasta que, por fin, aunque sin muchas alegrías, se comprendió que la dignificación formaba parte de esa profesionalización tan necesaria.

He aquí la transparencia que hace que el tercer sector se someta a la misma legislación que la construcción de carreteras y acaben subastándose al mejor postor a través de una ley de contratación pública necesaria pero poco humana. En Aragón somos pioneros con la Ley de Concertación Social, aunque no se hace todo el uso que se debiera de la misma, y es aquí cuando aparecen las organizaciones gestoras de servicios sociales. No se crean que me refiero a empresas con ánimo de lucro, también me refiero a las supuestas sin él, que son cómodas porque hacen lo que se les dice pero no aportan ningún valor social añadido. Tan solo tienen por objeto la gestión por la gestión. Y no nos remitiremos a los casos de mala praxis porque lo cierto es que son aislados aunque lamentables, como es la repugnante pederastia. Digamos entonces. Entidades sociales sí, valor social sí, compromiso social sí, iniciativa social sí, base social sí, tejido social sí, complementariedad sí.

Y en este mi rincón permítanme que con motivo de lo que el próximo lunes será su 20 cumpleaños felicite a aquella con la que más comprometida estoy, Fundación Adunare, que nació fruto de todo ese proceso que habían emprendido a finales de los setenta ocho entidades en Zaragoza. ¡Qué siga teniendo la fuerza para que participantes, voluntarios y trabajadores la mantengan muchos años más apostando por la complementariedad y la justicia social! *Socióloga