ERC ha anunciado que apoyará los presupuestos del Gobierno si se acaba con el «'dumping' fiscal» de la Comunidad de Madrid. Hay sobreactuación: la hay en llamar así a políticas legítimas y en presentar como una victoria propia algo con lo que había especulado el PSOE. Hay también hipocresía. Como ha escrito Quim Coll, «la auténtica disfunción del modelo autonómico no es que haya margen para políticas fiscales diferentes con los impuestos cedidos (...), sino la foralidad vasca y navarra».

Los independentistas son partidarios de la autodeterminación en lo suyo y del centralismo en lo de los demás. Durante años una de las quejas del nacionalismo catalán era la financiación: «España nos roba», decían. Oriol Junqueras pasó años hablando de los miles de millones que Cataluña ganaría al año sin la rémora de España. Se trataba, decían, «del mayor expolio fiscal del mundo». Como mostraron Joan Llorach y Josep Borrell en 'Los cuentos y las cuentas de la independencia', eran cifras falseadas, con disparates contables y marcos de comparación inventados. No se llamaba así, pero era un dispositivo de 'fake news': se repetía al servicio de una estrategia iliberal y la impulsaba una estructura paraestatal.

Por varias razones, entre las que están el efecto de la capitalidad y tendencias a la concentración empresarial y a la aglutinación del talento, Madrid ha crecido con fuerza en los últimos tiempos. A Cataluña la perjudicó la sensación de inseguridad y tensión que generó el 'procès'. Hay también una pérdida de atractivo: la monserga identitaria da pereza. Y, como en el resto de España, la pandemia ha tenido efectos devastadores en Cataluña.

Ha habido cambios económicos, una deriva provinciana y locoide, una parte de responsabilidad y otra de mala suerte, y todo con el crecimiento de Madrid, que da mucha rabia. En un nuevo giro de la trama, el nacionalismo catalán y sus satélites --defensores del federalismo asimétrico y otros eufemismos-- denuncian la competencia desleal de Madrid: la competencia desleal se produce cuando no ganan ellos. Después de haber despreciado una España que consideraban atrasada, ahora reclaman una especie de solidaridad con territorios falsamente expoliados por Madrid.

De cara a las elecciones catalanas, ERC puede presumir de que impide heroicamente que los niños estudien en su lengua materna y de que castiga a Madrid. Quizá, si retrasamos a los demás, podamos ser los primeros. Algunos señalan la paradoja de que los separatistas descubran el discreto encanto del jacobinismo, pero yo recuerdo sobre todo el resumen que Kolakowski hacía de la Revolución rusa. Dios baja y le dice a un campesino: «Te voy a conceder un deseo, pero con una condición. De todo lo que te dé le daré al vecino el doble». «Muy bien --dice el campesino--. Sácame un ojo». @gascondaniel