La aparición fulgurante de Robert Brynza en el trhiller actual debe mucho al personaje de su inspectora Erika Foster. Una mujer muy real, contemporánea, con las proporcionadas dosis de competencia profesional y reivindicación feminista en el marco de la policía londinense, entre cuyas brigadas de investigación criminal viene desempeñándose con éxito desde hace unos cuantos casos, unas cuantas novelas, pues desde un principio la intencionalidad del autor descansó en la creación de una serie. Para su desarrollo y, sobre todo, para mantener el interés del lector es indispensable que, además del personaje principal, funcionen adecuadamente las tramas

La última de ellas, recientemente publicada con el título de Último respiro cumple con creces las expectativas del lector al combinar la ya probada eficacia de Erika Foster con un antagonista a su altura. Se trata del responsable de las desapariciones y posteriores asesinatos de una serie de mujeres muy jóvenes, todas las cuales presentarán rasgos comunes, un patrón, en los tormentos a que fueron sometidas. El autor no oculta la identidad del malvado más allá de los capítulos meramente introductorios. En cuanto revela su nombre y lo dota de una serie de características tan individuales como monstruosas el tablero de la ficción policial quedará reducido a la detención del peligroso sujeto que representa al mal y al análisis de sus traumas, aquellos motivos o causas, por peregrinas, caprichosas o psicóticas que puedan parecer que le impulsan a mantener su mente en una tensión criminal y a llevar a cabo sus crueles deseos.

A la hora de dibujar el perfil del asesino, Brynza demostrará haber estudiado con detalle la patología que hará coincidir sus más profundas frustraciones con sus fantasiosos deseos sexuales. A esa suma de odio y locura habrá que añadir pericia a la hora de la elección de las víctimas, su secuestro, encarcelamiento y ejecución mediante salvajes heridas que recuerdan la manera de matar de Jack el Destripador. Frente a esa explosión de maldad e impiedad, Erika Foster y sus compañeros de Scotland Yard deberán exprimir sus conocimientos policiales y exponerse físicamente a toda clase de peligros.