En España ser de izquierdas es un vicio. Perjudica la salud, está mal visto en los círculos selectos (aquello de la gauche divine pasó a la historia) y la única explicación a la existencia de personas que siguen situándose en tal espacio ideológico está en la adicción (a veces psicológica, a veces física, a veces de ambas naturaleza) que provocan conceptos como democracia, igualdad, justicia y libertad. Aunque se trate de términos muy prometedores pero que habitualmente llegan al consumidor adulterados por los traficantes de sueños.

Como es sabido, ahora mismo el PSOE y Podemos libran una dura pelea por la hegemonía en el espacio llamado progresista, mientras ambos viven desgarrados por intensas luchas internas. IU, incluso CHA, están en las mismas. Lo peor de todo esto no es sólo la cronificación por los siglos de los siglos de la vieja enfermedad de la discordia, que siempre aquejó a las izquierdas hispanas, ni las magníficas ventajas que tal situación otorga a la derecha (donde Ciudadanos no ha logrado poner en peligro la hegemonía del PP)... No, lo malo-malo es que se ha creado una atmósfera de odios y descalificiones donde no es posible establecer debates creativos sobre programas y alternativas, algo de lo que en estos momentos carecen todos los partidos, coaliciones, plataformas y movimientos, viejos o nuevos, que intentan darle la réplica a la ofensiva neoconservadora. Algunos se aferran al nacionalismo como tabla de salvación. ¿Salvación?

Hoy, las izquierdas no saben cómo relacionarse ni con la economía posindustrial ni con los efectos de la revolución tecnológica ni con la sociedad actual ni con la relacion entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo. La socialdemocracia patina en todo, y los nuevos partidos o plataformas parecen haber sido captados por la onda del radicalismo ilusorio.

Quedan las otras izquierdas insobornables: los residuos tardoleninistas, los antisistema energuménicos, los hipernacionalistas centrífugos y otras tribus sobrecargadas de sectarismo y mala hostia. Pero esos...