¿Es machista el aire acondicionado? Semejante titular me saltó ayer a los ojos mientras pensaba cómo afrontar el asunto de Serena Williams y su acusación de que la sanción que le impuso un juez de pista fue sexista. Y pensé: a ver si ahora resulta que todo se va a mirar desde el sesgo de la perspectiva de género y las mujeres vamos a acabar siendo más papistas que el Papa. No sé si me explico. En el caso de Williams, seguro que lleva años aguantando cosas que a un hombre no se le achacarían. Y que estaba bajo mucha presión. Pero vi su actuación y se me torció el gesto cuando gritó en la pista que era madre, y mujer, mire usted. Y no sé explicar racionalmente por qué me molestó. Tal vez sea que las mujeres nos hemos acostumbrado a ser correosas, a quejarnos poco (porque no servía de nada) y a reivindicar desde la soledad y el cabreo. Pero como dijo ayer Mari Ángeles Cabré, directora del Observatorio Cultural de Género, el feminismo tampoco puede ser un escudo con el que parar todos los golpes que nos da la vida, exige responsabilidad y usarlo bien. Por eso ahora estoy desconcertada. Me veo subida en la ola del feminismo rampante, y como tengo cierta edad no me acabo de creer este vuelco tan extraño de la situación. Sigo buscando la trampa. ¿Es machista el aire acondicionado? Y yo qué sé. Lo único que creo es que la ganadora del Grand Slam, Naomi Osaka, también es mujer, y que la situación bochornosa que se vivió el otro día, con los abucheos del público y una Williams ejerciendo de perdonavidas, le arruinó el día a la merecida campeona.H *Periodista