Modificar la Constitución, ahora? Creo que el momento no es el más oportuno ni en absoluto, perentorio. España ha sufrido a lo largo de su historia contemporánea demasiados acontecimientos constitucionales (casi podrían llamárselos accidentes) y es justo reconocer que ninguna de las constituciones que precedieron a la vigente se aprobó con la legitimidad, legalidad y amplio consenso que fundamentaron la Constitución de 1978.

Es claro que toda Constitución es modificable salvo la británica que carece de texto escrito, pero es también muy cierto que la Carta Magna de cualquier democracia no debe manipularse ni ser tratada como si fuera una ley ordinaria; la Constitución es la "ley de leyes", un recinto civilmente sagrado y cuya integridad debe preservarse contra la tentación de que su texto se modificara sin razones muy coherentes, por intereses particularistas o sin mayoría manifiesta de voluntades.

Habría que preguntarse si es la mayoría de los españoles la que clama por una nueva Constitución y también, también... qué materias querrían modificarse y para qué: ¿para propiciar desigualdades, para atomizar la soberanía nacional o para llamar Estados Federales a las Regiones?

Cuando nuestra Constitución cumplió 25 años, el INE publicó un libro del que se hizo eco nuestro diario enunciando los cambios que se habían ido produciendo en nuestra sociedad, no todos buenos pero si lo fueron predominantemente. Por ejemplo, en España habían entrado más de los que salieron, las diferencias con Europa se acortaron, se incrementó el número de dueños de la vivienda que habitaban (aunque luego viniera lo de la burbuja urbana), había más sanos y más viejos; sorprendentemente, nos mostrábamos menos participativos que antes, la media cultural era más razonable (menos analfabetos y más universitarios), la cobertura sanitaria se había incrementado y crecido el PIB per cápita y la disponibilidad familiar de coches creció espectacularmente. Subía, sí, el desempleo pero nunca se trató con mayor decoro a los parados, sin que eso fuera un remedio definitivo, aún pendiente.

Es meramente ilusorio suponer que si mañana mudásemos de Constitución, mejorarían esos u otros índices estadísticos; lo que probablemente sucedería es que volviéramos a repetir el camino que ya llevábamos recorrido, embelesados por nuevas y atractivas palabras detrás de las cuales no habría una realidad materialmente distinta sino la misma o peor. Cualquier constitución que discutiéramos y aprobáramos en sustitución de la afortunadamente en vigor, no podría diferenciarse mucho de la actual, sin caer en el sectarismo o en el ilusionismo; esto es, volveríamos a las andadas o sólo removeríamos el suelo común que representa siempre la Carta Magna.

Recuérdese, para cumplirlo mejor, su artículo 1, que señala cuánto sigue:

1. "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". Ese es el campo de juego.

2. "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado"; por supuesto, emanan del pueblo entero no solo de una fracción.

3. "La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria" previsión que a mi juicio, supera la antítesis histórica entre aquella y República, como ya sucedía en Europa con otros regímenes coronados. El Rey representa al Estado en su conjunto (reina pero no gobierna) y gobernar corresponde al partido que en cada caso, alcance en las urnas, la mayoría.

Añado un par de observaciones: la primera, que las enmiendas que necesitamos no son de letra impresa sino de conductas personales, de partidos o de instituciones, por culpa de algunos de los que están en ellas y también de otros que querrían estar; la segunda, que sería denigrante imitar el "derecho a decidir" ideado por los asesores de Artur Mas para eludir lo que nos manda a todos la Constitución; hay que hacer las cosas como prevé nuestro Texto Fundamental, cuyo Título X regula las reformas constitucionales; otro modo de operar sería impresentable. Ahora lo que más importa es la economía que gobierna todas las opciones políticas viables. Otra cosa es fantasía. Felices Navidades para todos.