En junio del 2012, una conferencia internacional sobre Siria (Ginebra 1) acordó abrir un proceso hacia la transición política y acabar así con un conflicto que en aquel momento se había cobrado alrededor de 15.000 vidas. Para ello se estableció un plan de seis puntos, entre ellos el cese de la violencia, la puesta en libertad de prisioneros y la libertad de movimientos. Hoy se abre la conferencia Ginebra 2 sin que ninguna de aquellas condiciones se haya cumplido. Es más: todo ha empeorado y lo demuestran los 130.000 muertos que suma esta guerra.

Si las revueltas árabes pillaron totalmente desprevenida a una comunidad internacional que luego fue incapaz de elaborar una estrategia para apoyar los procesos democratizadores, en el caso de Siria, con la rápida deriva de la protesta en una guerra, Occidente ha obrado con una total falta de claridad de objetivos. La primera conferencia de Ginebra levantó la sospecha de que se trataba de ganar tiempo para que un Bashar el Asad entonces debilitado sobre el terreno se recuperase y de este modo pudiera sentarse a la mesa de negociación. Efectivamente, el autócrata no solo ha reforzado su posición. Hoy puede hacer verdad la falsedad promulgada al inicio de la guerra de que combatía a los islamistas y presentarse ante el mundo como el auténtico dique contra las organizaciones afines a Al Qaeda que se han implantando en varias zonas del país. El miedo al yihadismo ha movido a la comunidad internacional a apoyar a grandes tiranos, y ahora parece llegada la hora de recompensar a Asad.

En este contexto, la segunda conferencia de Ginebra parece destinada al fracaso. No toda la oposición estará en Montreux, donde tendrá lugar la ceremonia de inauguración, y no resulta muy claro a quién o qué representa la que se sentará a la mesa. Pero las ausencias más notables no son esas. La más importante es la de Irán, valedor del régimen de Damasco, que pasó de no ser invitado a serlo para después ver cómo le retiraban la invitación. Si sin Teherán es difícil alcanzar un acuerdo, es imposible acallar las armas sin los islamistas radicales. El principal objetivo de Ginebra 2 debería ser un alto el fuego general. Ya será mucho si los allí reunidos consiguen la apertura de corredores para la ayuda humanitaria, la liberación de presos y un alto el fuego en puntos concretos.