El nuevo gobierno de Murcia formado por el PP, los tránsfugas de Ciudadanos más los tránsfugas de Vox reúne la degradación del sistema democrático, la crisis de los partidos y el comercio con la ideología.

Se puede considerar al transfuguismo como una acción crítica resultante de la evolución ideológica del individuo y por tanto sin connotaciones negativas. Hay algunos, que, en este caso en concreto, incluso lo han querido mostrar como una escisión del partido, motivada por las discrepancias sobre el proyecto, aunque la explicación ha sido silenciada después de comprobar el fichaje por el PP del exsecretario de organización de Ciudadanos, Fran Hervías, responsable del fracaso de la moción y de las fugas en el Congreso y el Senado, y con anterioridad el desguazador de UPyD.

El transfuguismo en España, salvo casos aislados, se produce durante la misma legislatura y, por consiguiente, tiene unos efectos inmediatos sobre la marcha del sistema. Además, no se limita al ámbito de carácter estatal, sino que afecta más a los Parlamentos autonómicos y a los ayuntamientos. De esta manera, empezando por el Congreso de los Diputados, de los 170 movimientos sucedidos desde 1977 correspondientes a 87 tránsfugas, sólo 30 (el 17%) tuvieron como destino único y/o final el Grupo Mixto. El Grupo Mixto se ha constituido en una estación de paso de un partido a otro.

El problema, sin embargo, se ha agudizado especialmente en las comunidades autónomas, pues la ausencia de mayorías absolutas ha facilitado, por el apoyo de los tránsfugas, el mantenimiento de Gobiernos minoritarios o el triunfo de mociones de censura con un cambio de los equipos gubernamentales, como los conocidos casos de Galicia o de la Comunidad de Madrid con el tamayazo.

El tránsfuga no es más que un ejemplo de traidor; que viola la fidelidad a los electores que lo han votado bajo unas siglas y al partido que lo ha presentado para, con el poder que reviste dicha designación, usarlo en beneficio propio. Los que defienden la titularidad personal del escaño revisten de carácter ultramoderno la traición dotándola de un método, la libre competencia política, de pragmatismo y la convicción de la defensa de los derechos individuales. De ahí que el tránsfuga rompe con quienes le proporcionaron los medios para su elección, entes atropelladores de la libertad y transmisores de ideas dogmáticas. Esta quiebra del mandato representativo no hace más echar leña a la crisis de las democracias representativas que vivimos desde principio de siglo y que en caso del transfuguismo vivimos en este país como mal endémico desde la Restauración.