Esta vez, la verdad, me he tomado mi tiempo... para leer la sentencia del Tribunal Supremo sobre el Caso Pagarés. Ya saben, el fallo que absuelve a Escó, a García Becerril y al terrible Agapito, para escándalo de unos y alivio de otros. No acaba aquí el largo periplo por los tribunales de quien fuera viceconsejero y hombre fuerte del Marcelinato, pero le deja mucho más ligero de equipaje penal, más tranquilo y más fuerte.

Se pregunta el respetable cómo puede ser que la Audiencia condenase a los tres personajes citados a penas de las de cumplir, y sin embargo ahora llegue el Supremo y les libere con todos los pronunciamientos a favor. Pues porque estos asuntos son muy enrevesados, porque a veces los instructores se emocionan, porque los peritajes referidos a grandes obras los carga el diablo y porque todos vivimos en ascuas, carcomidos por las sospechas y seguros de que en este país ha pasado y pasa de todo (que pasa).

La propia sentencia, en su simplicidad argumental y su contundencia resolutoria, tiene recovecos que te dejan ligeramente confundido. Por ejemplo cuando va explicando que Plaza (o sea los contribuyentes) encargó (a Codesport-Agapito) unos trabajos... pero luego amplió el pedido porque llego otra empresa (Autocity) que quiso comprar naves a granel, con la intención de revenderlas y ganarse una pasta.

Pero, claro, la inversión la adelantó la sociedad pública (con el respaldo de una señal simbólica) y cuando la tal Autocity se fue a la porra por cosas del bisneo inmobiliario... la Plataforma Logística (o sea, nosotros) hubo de admitir las facturas complementarias del entonces presidente del Zaragoza y firmarle unos pagarés que él se apresuró a negociar en su banco. Lo normal, aunque ustedes se hayan hecho un lío. Parece una curiosa versión del viejo lema «los beneficios privados, las pérdidas públicas». Pero un alto tribunal dice que es legal. Y punto.

Ya hablaremos de cómo contratan las administraciones. Pero hoy toca reconocer la resistencia y la inocencia, por ahora, de don Carlos Escó. Se ha ganado la enhorabuena.