Se viralizó un vídeo de la influencer más famosa de este país en el que animaba a sus seguidoras adolescentes a quererse tal y como eran. Les vendía que las mujeres son las primeras que critican a las demás mujeres. Nena, si vendes moda y tus seguidoras son mujeres, alguna te criticará, así es internet. Incidir en este tópico machista no queda bien en un vídeo que habla de sororidad. El anuncio presentaba a un montón de chicas que lucían la marca de lencería que la influencer promociona (cobrando, claro) y bingo. No hay tallas grandes, por lo que la chica talla XL tiene que lucir un conjuto nude cuando las demás lo llevan blanco. A la hora de destacar lo más bello de cada una de las chicas se decía que la chica XL tenía los ojos y las manos muy bonitas. Y por último, resulta que la influencer que viraliza el susodicho vídeo tiene una marca de ropa que no vende la XL. Este vídeo se parece a uno reivindicativo y que transmita algo de sororidad tanto como yo me parezco a Penélope Cruz. Hay un tipo de feminismo «sí, pero no», el que sirve para vender camisetas lencería, ropa... Pero la mujer que compra mucho lo hace porque quiere lucir mejor. Es ese feminismo de anuncios de jabón que presentan a mujeres reales: una cosa es que no sean delgadísimas, otra, que las animemos a dejar de comprar cremas anticelulíticas o ir al gimnasio. Es un feminismo light muy alejado del transfeminismo, más comprometido, que incluye la ecología y el anticonsumismo. Una paradoja perversa este feminismo que vendemos a las adolescentes: siéntete segura de ti misma, pero no demasiado. H *Escritora