El jueguecito de Torra con los lazos y las pancartas introduce en la inminente campaña electoral una fortísima dosis de infantilismo, que hace las delicias de la otra parte, la de los hiperespañolistas de PP, Vox e incluso Ciudadanos, confiados en que los desplantes del president se traduzcan en votos a su favor. Conste que el hecho de que los líderes iniciales del procés lleven año y medio en la cárcel, y estén siendo objeto de un juicio repleto de inconsecuencias y de absurdos jurídicos, también me parece la obvia consecuencia de esta falta de madurez que predomina hoy en la política española.

Arrastrado a la charca de las redes sociales y del embarullado internet, el debate ideológico y la confrontación de programas no cesan de incluir temas y enfoques ridículos, innecesarios, ajenos a la situación... Sostenidos, eso sí, por la transversal obsesión identitaria. Se leen y escuchan cosas tan simples (en el peor sentido del término) y de una malicia tan imbécil, que uno no sabe ya si mosquearse por su filiación ultra o por su absoluta idiotez. Ponerse a discutir sobre estos temas degrada a cualquier persona que se mantenga en sus cabales. ¡Por favor!

Torra monta el número con sus textiles de colores (¡y a estos pardillos les acusan de rebelión!), mientras en la España españolísima, uno de los países más apacibles del mundo, la seguridad personal se convierte en objeto de preocupación y motivo para incitar al rearme. Aquí, hay gente capaz de comprar ofertas, de acuerdo con las cuales los impuestos descenderán a bajo cero (sobre todo los de los más pudientes), pero los salarios y sus cotizaciones más todavía; ahora bien, se supone que seguiremos teniendo derecho a buenas carreteras, sanidad y enseñanza gratuitas y de calidad, pensiones y todo aquello que permite establecer y sostener pactos sociales explícitos o implícitos. ¿Cómo? Quizás como los de la acera de enfrente plantean el crecimiento sin límites del sector público y de sus prestaciones sociales... sin atender al más mínimo equilibrio presupuestario.

Son como niños (tontos).