Cuesta trabajo creer que esos hombres que matan a sus compañeras o a las que lo fueron alguna vez no exhibieran en el pasado actitudes premonitorias de su pulsión homicida. Cuando escuchamos decir, de boca de parientes o vecinos, que el asesino de una mujer parecía "una persona normal", algo se subleva en los territorios de la razón, bien porque ésta sospeche o sepa que el comportamiento anterior del asesino avisa de algún modo de la ejecución de su acto irreversible, bien porque tema que en nuestra sociedad se consideren normales conductas que no lo son. El trato irrespetuoso, el uso sistemático del alcohol, los antecedentes familiares de violencia o maltrato, la rigidez, la fragilidad) de los principios morales, el narcisismo, los celos compulsivos, el exacerbado sentimiento de posesión, el machismo extremo, son características que perfectamente pueden adobar la personalidad del homicida pasional o doméstico desde mucho antes de perpetrar su crimen. Apuren la perspicacia y desconfíen de los chulos, de los valientes, de los borrachos, de los demasiado posesivos, de los criados en ambientes de violencia... Desconfíen y, en la medida de lo posible, no les amen.

*Escritor y periodista