Los cines se extienden de nuevo por el centro de Zaragoza, después de la expansión periférica que se produjo en los años 90 hacia los centros comerciales. Llevábamos una temporada de tanta clausura en la ciudad, que un estreno como el de las cuatro salas Palafox Independencia, conectadas con el pasaje, supone un aliciente nuevo en esta semana de debates. La vida, ya se ve, exhibe sus propios contrapesos: después de la racha de funerales, de los viejos espacios cinematográficos perdidos en la capital aragonesa, ahora toca ponerse guapos para el bautizo.

El patio de butacas se anima con este edificio gris y de grandes cristaleras que reflejan los inmuebles de la acera contraria. El nacimiento de un cine es un asunto que siempre atrae, sobre todo cuando quedaban recuerdos de salas que echaron la persiana como el Don Quijote, que murió un domingo con Hable con ella en la pantalla. Aquel fue un día negro, de fundido en negro, que recordó también al año 99 en que desapareció el Fleta, con El zorro de Banderas. Entonces, como nostálgico de esas cosas, me hice con la última entrada que salió de aquella histórica taquilla. También en el 99 nos quedamos sin el magnífico Coliseo, ese cine que parecía el interior enorme de un barco de madera. El espacio que idearon José de Yarza y el navarro Manuel Martínez de Ubago, inaugurado el 11 de octubre de 1950, se echó a pique. Ahora, el establecimiento comercial que ocupa este mismo lugar, ha tenido el detalle de conservar buena parte del interior de la sala colosal, a la que, pese al tiempo transcurrido, se echa de menos.

Pero bueno, ahora toca hablar de nacimientos. Desde la inauguración de los Warner Lusomundo en el centro comercial Grancasa, no se habían producido noticias del crecimiento de este sector. El 25 de junio de 1997, George Clooney y el actual gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, reunieron a 2.000 curiosos en los alrededores de la sala. Esta semana, el nuevo espacio pegado a Independencia es un reclamo más para disfrutar del ceremonial de reservarse un tiempo, escoger una buena película, sacar entradas y gozar solo o en compañía de ese mundo que no se parece a ningún otro. Nada como ver una película fuera de casa y rodeado de oscuridad. Cuando el patio se llena de debates, tornados, romaredas, desfiles y torros diversos, siempre nos queda la cartelera.