Cuando parecía que todo iba encarrilándose en nuestra corruptis, atipical Hispania…, va la cosa y se tuerce. Tan sólo una semana después de que el nuevo presidente anunciara los nombramientos de su súper equipo de talentos, figuras de primera y especialistas en las diferentes carteras (loable, por supuesto), va el mediático de turno, y se desmarca del pelotón, por fraude fiscal. Màxim Huerta, expulsado. Y detrás de él, quién sabe, podría salir de escena el ministro de Agricultura, Luis Planas, procesado en una causa sobre el robo de agua en Doñana. Mala pata la de Sánchez, que siempre dijo que con él ningún imputado ocuparía despachos ministeriales. Pero lo peor de todo es que parece que entramos en bucle. Da igual quién esté en el poder (derecha, centro, izquierda), que la corrupción parece ser la estrella de la peli, se cuela en todas las fiestas, y no solo en la española. España se queda corta si la comparamos con EEUU, cuyo mandatario anda en medio de un nuevo escándalo. Esta vez, por la gestión de la Fundación Donald Trump, una organización de carácter caritativo, con usos lucrativos, usada como «chequera» particular para financiar o promocionar su negocio hotelero, pagar facturas legales y financiar la campaña electoral, práctica ilícita donde las haya. Así que, ya lo ven, andamos al más puro estilo Hollywood y siguiendo la estela del pope yanqui, caminando, pasito a pasito, hacia una España igual o tan en-Trump-ada que nunca, sobre todo, si el loco americano decide imponer nuevos aranceles a los coches, como anunciaba estos días atrás.H

*Periodista y profesora de universidad