Toda normalidad fue novedosa. Y todo lo nuevo será normal si es aceptado así por una mayoría social. Alguien que propone un cambio que se admite, es original, creativo o visionario. Pero si se rechaza, es un iluso, un loco o alguien que necesita llamar la atención. Al principio solo nos gustan los cambios que controlamos. Lo que contradice la propia idea de que sea nuevo. Decimos que nos gustaría cambiar de vida. Pero en realidad solo pensamos en tener más cosas de las que creemos poseer en la nuestra. El descontrol nos saca de la normalidad. Y eso nos inquieta. El problema es que estrechamos tanto lo normal, que enseguida nos invade la inseguridad. Para mejorar el equilibrio físico tenemos dos opciones, bajar el centro de gravedad o ampliar la base de sustentación.

En Psicología, la primera solución está dentro del paciente y la segunda fuera. No todo está bajo nuestra responsabilidad, ni su fracaso compete a nuestra culpabilidad. Como psicólogos, ayudamos a los pacientes para que sean capaces de ajustar los pesos, propios y ajenos, que afectan a su balanza comportamental. De este modo amplían la capacidad en los platos de su báscula mental, en los que sustentan su personalidad. Es la ley de la gravedad en Psicología.

España camina hacia una nueva normalidad (nueno). Nos da vértigo este concepto que nos adentra en lo novedoso. Como señala uno de los principios de Murphy, por definición, cuando exploramos lo desconocido, no sabemos lo que nos podemos encontrar. Pero se nos olvida que ni siquiera esta nueva normalidad es la primera que hemos vivido en este siglo. En el año 2006, nuestro país ya asumió una. Revolucionó nuestros comportamientos sociales y modificó todo un sector como el hostelero. En esa fecha una ley cambió normas y ha salvado vidas desde entonces. Había llegado la ley antitabaco. Y aquí no habrá desescalada o vuelta al pasado, aunque no necesitemos una vacuna o tratamiento. Solo educación en salud.

Semana hiperactiva

Ha sido una semana activa en lo social e hiperactiva en lo político. El 1º de Mayo se ha reivindicado en lo virtual. Los sindicatos de clase son más necesarios que nunca en la dura realidad que afronta el mundo del trabajo con la precariedad y el paro que afecta más a mujeres, jóvenes y mayores de 45 años, en una etapa de recesión. La defensa de los derechos laborales se suma a su compromiso con la creación y reactivación del empleo. Gracias a ellos, y a la sensibilidad del Gobierno a sus peticiones, esta crisis puede suavizarse en la economía de asalariados y autónomos. Sin CCOO y UGT, la protección a los trabajadores en esta crisis hubiera sido muy diferente. Sus máximos responsables en Aragón, Manuel Pina y Daniel Alastuey, respectivamente, pueden estar muy orgullosos de lo que representan y de su decisivo papel, junto al resto de agentes sociales y políticos, en la reactivación del empleo en nuestra comunidad.

La vida parlamentaria se ha saturado de plenos en todas las instituciones de todos los ámbitos, ya sean estatales, autonómicos, provinciales y locales. La escala del desescalamiento se ha llevado toda la atención. Las derechas siguen con su vieja anormalidad de confrontar. No sabremos si habrá más respaldo al Gobierno para que siga cuidando de nuestra salud. Su lema por España se resume en una frase, hoy te apoyo menos que ayer, pero más que mañana. La medalla del horror, y de su error.

Abascal se enfada porque le digan que más que fascistas son unos parasivox de la política. Y Casado reparte mandobles a la izquierda pensando en su propia salud por la derecha. Su obsesión es que todo sea tan oscuro, que puedan votarle como representante de la política en blanco y negro del pasado. Las derechas hubieran deseado celebrar de otra forma su particular Día del Trabajo. El líder popular en la misa de San José Obrero, compartiendo rímel corrido con su novia cadáver política, Ayuso. Y el capo de la ultraderecha, en la exhibición de atletismo facha en el Bernabéu, junto a los Coros y Danzas de la sección femenina. Unos apuestan por la nueno y otros por el NO-DO.

En Aragón, la polémica va por provincias. El BOE ha reconvertido a los tres presidentes de las diputaciones provinciales, en los ejes de la desescalada. Miguel Gracia, Manuel Rando y Sánchez Quero, son los tres jinetes del desapocalipsis en Aragón. Lo que ha chocado con los deseos de Lambán para ruralizar el desconfinamiento. En su boca ha estado la frase de la semana. Prefiere salvar la vida de los aragoneses, antes que el Gobierno de Sánchez. Nuestro presidente tiene la habilidad de encontrar siempre un resquicio para desmarcarse de la Moncloa. Los gobiernos que cuidan la salud de los ciudadanos son los que salvan vidas y se salvan, también políticamente, empezando por el suyo. Una buena frase puede ser una mala cita. Sectores conservadores se han sentido cómodos con esa declaración, y la han utilizado contra Pedro Sánchez. Sus aliados no tanto. Los ciudadanos no necesitan titulares sino eficacia.

En Zaragoza, Indiana Azcón sigue en busca de la foto perdida. Pensó en cortar ayer una cinta inaugurando los paseos para la peatonalización de calles, a la que tanto se opuso antes. Seguro que es capaz de protagonizar hoy el Día de la Madre. Una fecha casposa, pero que tiene su público popular. Será la vieja normalidad.

*Psicólogo y escritor