La sorprendente, contundente e histórica victoria del Partido Socialista sólo puede explicarse en base al gigantesco error del Gobierno de Aznar al intentar confundir a la opnión pública con la autoría de los atentados del 11-M. Esa negligente y partidista actitud, burdamente materializada en las patéticas maniobras y declaraciones del ministro del Interior, Angel Acebes, ha merecido, con toda justicia, el castigo de una buena parte del electorado. En el fondo, además de la natural recuperación del PSOE, han sido los propios votantes del PP quienes, negando el voto al partido a que apoyaron masivamente hace cuatro años, en las generales del 2000, o castigándolo al cambiar el sentido de sus sufragios, lo han reprobado ahora, apartándolo del poder.

José Luis Rodríguez Zapatero, que se encontraba, hace apenas cinco jornadas, a más de veinte diputados del PP, distancia que parecía insalvable, ha logrado el sorpasso con la inestimable ayuda de Acebes, Zaplana y, desde luego, del propio Rajoy, quien asumió como propias las marrullerías políticas adheridas a la investigación policial tendente a esclarecer los atentados.

Por lo que a Aragón respecta, la victoria del PSOE de Marcelino Iglesias sobre el PP de Luisa Fernanda Rudi ha sido incontestable.

Iglesias consigue incrementar nada menos que en nueve el número de escaños que el PSOE aragonés aportará a las Cámaras de representación popular: tres nuevos diputados a la Cámara Alta y seis senadores más a la Cámara Alta. El "barón" de Bonansa se consolida como uno de los líderes autonómicos más sólidos del panorama nacional, cimentando su proyecto y acreciendo su prestigio político.

Todo lo contrario de lo que sucede con Luisa Fernanda Rudi, la gran derrotada de las generales de ayer por lo que a las circunscripciones aragonesas respecta. La ex-presidenta del Congreso, acostumbrada a obtener magros resultados en las urnas, acaba de recibir, por parte de los votantes, el mayor varapalo de su larga carrera política, que parece, lógicamente, ir tocando a su fin. A partir de ahora, la trasvasista diputada zaragozana deberá regresar a los bancos de la oposición, donde dispondrá de cuatro largos años para meditar en las razones del fracaso de la derecha, y en las causas de la debacle de sus candidaturas en Zaragoza, Huesca y Teruel. También Santiago Lanzuela, un ex-presidente de Aragón que cometió el interesado disparate de apoyar el PHN, deberá recapacitar, en conciencia, sobre sus numerosos errores.

Errores y fracasos que hay que encausar en gestos autoritarios, fiascos administrativos, actitudes prepotentes, manipulaciones sin cuento. La furiosa política trasvasista del PP, directamente enfrentada a la voluntad del pueblo aragonés, se ha estrellado, por segunda vez (recordemos las autonómicas y municipales de mayo) contra las urnas.

A partir de ahora, Rudi y Lanzuela, Alcalde o Atarés, deberán admitir que su pretensión de expoliar el Ebro ha sido rechazada por el pueblo de Aragón. Que no habrá trasvase, y que los aragoneses les han dado una de esas lecciones que no se olvidan jamás.

*Escritor y periodista