El propósito del PP de restringir el derecho al aborto ha sido muy polémico desde que se materializó en un anteproyecto de ley el año pasado. Los nueve meses transcurridos no solo no han desembocado en el alumbramiento de un texto legal, sino que esa posibilidad parece hoy más lejana, al menos en los términos en que fue planteada por el ministro de Justicia. Alberto Ruiz-Gallardón puede estar jugándose su futuro político porque resulta cada día más ostensible que Rajoy, pese a su silencio, preferiría desactivar un proyecto que hoy puede causar al PP muchos más perjuicios que beneficios electorales. A la mayoría de españoles no le supone ningún problema la legislación vigente sobre el aborto, y querer modificarla no ha sido más que una concesión gratuita del PP a los más reaccionarios de la derecha y de la Iglesia. Fiel a su táctica, Rajoy deja que la disyuntiva a la que se enfrenta se la resuelva el propio curso de los acontecimientos; es decir, que Gallardón acabe por modificar el proyecto... o que deje el Gobierno. El ministro justifica la dilación en que está muy atareado con Cataluña. Un estrambote del esperpento antiaborto del PP.