Este fin se semana han sucedido muchas cosas en la hermosa población oscense de Estadilla. Fernando Rueda, uno de los mejores investigadores españoles, especializado en temas de espionaje y seguridad, presentó allí su libro Yo confieso, la biografía de Mikel Lejarza, aquel legendario espía español que, con el apodo de El Lobo, logró introducirse en ETA a principios de los años setenta y contribuir a golpearla desde dentro. Hoy, Mikel Lejarza vive oculto, sin que prácticamente nadie conozca su paradero ni su verdadera identidad. Por eso, cuando su voz se escuchó en el Espacio Cultural Buñero de Estadilla, los asistentes al acto quedaron tan sorprendidos como, de inmediato, sobrecogidos. No en vano estaban escuchando en directo las opiniones, los recuerdos, las reflexiones del espía español más famoso de todos los tiempos. La relación de confianza entre el agente y su biógrafo permitió al público gozar de esta experiencia insólita, extraordinaria, ciertamente, que en Estadilla no se olvidará en mucho tiempo.

También perdurará en la memoria de esta activa y generosa población la conferencia que Teresa Viejo impartió sobre La curiosidad. Una pulsión o virtud que filosóficamente no ha sido clasificada pero que, desde el punto de vista creativo y cognitivo resulta básica a la hora de avanzar en el conocimiento o elaboración de cualquier obra o tesis.

Desde la curiosidad infantil del niño que mira por el ojo de la cerradura hasta la aguda, acuciante curiosidad que la propia Teresa Viejo comenzó a sentir por los protagonistas de Carne de fieras, aquella antigua y maldita película rodada justo antes de la guerra civil, en la primavera del 36, cuyos protagonistas sufrirían la crueldad del destino y cuya historia inspiraría una de las mejores novelas de la propia Teresa, Que el tiempo nos encuentre, ese deseo por saber, por palpar y tocar, por resolver dudas nos mueve a todo tipo de actos, tirando siempre de nosotros hacia las tinieblas de lo desconocido o hacia un futuro que ansiamos desvelar. ¿Qué lector no siente curiosidad por el desenlace de una novela de intriga? ¿Quién no sentiría una irresistible curiosidad por conocer a personalidades a las que admira?

La buena programación cultural del Ayuntamiento de Estadilla y el trabajo de su alcaldesa, Pilar Lleyda, han hecho posible que autores, espías y curiosos invadan sus calles.