Líderes de Esquerra Republicana han llamado a rebato para defender cada ciudad, pueblo, barrio. ¿Defender de quién? Ellos saben. ¿Cómo? Formando parte de los CDR, Comités de Defensa de la República. ¿Cuál? Ellos sabrán. Heroicos soldados, para los seguidores de Roger Torrent, el sectario president del Parlament, cara visible de la formación (pese a ser un político de segunda división, confuso y parcial). Violentos antidemócratas, para los constitucionalistas. Y para la inmensa mayoría de los españoles, que algo se juegan en esta sucia guerra, pero que asisten con impotencia a la escalada de tensión en un territorio catalán en el que invierten o transitan, que soportan pintadas, amenazas, cortes de carreteras o vías férreas, que temen por sus negocios y propiedades, un hatajo de locos, de delincuentes, o ambas cosas.

Hasta ahora, Esquerra había querido engatusar a la opinión con un supuesto pacifismo, con esa sonrisa de franciscana resignación con la que respondían a las imaginarias agresiones del Estado, siendo ellos puros, manteniéndose al lado de la paz, dando ejemplo de europeísmo... No el suficiente, pues en Europa no han engañado a nadie. A ningún líder se la ocurrido comparar a sus dirigentes con Gandhi o con Mandela, como a ellos les gustaría.

Y ahora, al convocar desde la cúpula del partido a la acción directa, a la lucha en la calle, contra los cuerpos de seguridad, contra propiedades públicas y privadas, Esquerra se ha contradicho a sí misma, revelando lo que durante tanto tiempo ha pretendido ocultar en su diabólico doble juego: su verdadero cariz, su intransigencia, su intolerancia, su odio. Que la oveja sacrificial en la que pretendían encarnarse sólo era una falsa piel para esconder al lobo.

Ese depredador, alimentado por Junqueras, por Torrent, por Romeva, por tantos otros fanáticos, ha salido de su guarida y campa por los páramos de la política catalana, aullando a la luna su rencor, degollando ovejas inocentes y amenazando con males mayores. Los lobos de Esquerra son como los de Herri Batasuna, como los cachorros de ETA, sin corazón, hambrientos, colmados de odio y sed de venganza. O como las camadas de Hitler, las juventudes nacionalsocialistas.

¿Esquerra, un partido de izquierdas? ¿Capaz de gobernar años con la derecha corrupta de CiU y llamar a la violencia?

Menos lobos, Caperucita.