Hoy, 1 mayo, los sindicatos exigirán en las calles un reparto más justo de la riqueza. Una consigna que pone en el foco de la reclamación el resumen de cómo está dejando a la sociedad el batido generado por la crisis, las reformas laborales, la caída a los abismos del paro y la recuperación incipiente. El Gobierno, en sus previsiones ilusionantes de cara al 2020, espera una tasa de paro del 11%, dando por recuperado el empleo de hace más de una década, aunque la tasa -de cumplirse—estaría tres puntos por encima de la del 2007. Bien está planificar y/o especular, pero hoy es hoy y en Aragón por ejemplo el primer trimestre de la EPA arroja un descenso de parados de 2.100… pero habiéndose perdido por el camino 3.300 trabajadores en su población activa. Y si hoy es hoy, el reciente ayer estadístico deja el panorama todavía más inquietante. La Encuesta de Condiciones de Vida refleja un 6% de la población en pobreza severa (un 3,6% en 2008) mientras la tasa de riesgo para la población en general es del 22,3% y aumentando décima a décima, mientras para los parados crece hasta el 48%. El reparto de la riqueza, al margen del que llega a través de los servicios públicos que aún se resienten de los recortes sufridos, se canaliza fundamentalmente a través del empleo y su remuneración. Y ahí el panorama sigue sin despejar. Los sueldos no recuperan poder adquisitivo, cuatro de cada diez parados llevan más de dos años en esa situación y las prestaciones solo llegan a la mitad de los desempleados. Sí, hay que atender a las previsiones, pero sin perder de vista las estadísticas. H *Periodista