Seguimos encontrándonos inmersos en una crisis sanitaria, económica, social y política sin precedentes. Un shock generalizado navega en cada uno de nosotros intentando asimilar qué es lo que está pasando, cómo hemos llegado a esta situación. Podíamos esperar, en el devenir cotidiano, las dificultades propias por las que suele pasar un país, pero nadie podía sospechar que pudiéramos llegar a un estado de sitiados, además por nuestro bien. Una experiencia que difícilmente olvidaremos y que de ella sacaremos conclusiones, conocimientos y aprendizajes que, seguramente, nos van a ser muy útiles para sobrevivir en futuras adversidades y, si no somos ingenuos y nos afianzamos en criterios basados en la realidad, no en lo que nos cuentan los influencers en ruedas de prensa, posiblemente habremos ganado a La verdad sospechosa y mucha de la comedia que se interpreta pasará a ser crítica a la mentira.

Lo cierto es que de todo se aprende y haciendo uso del refranero español: no hay mal que por bien no venga o no hay daño que no tenga apaño, los ciudadanos estamos reaccionado de manera generosa y con una madurez inesperada, y de esto somos conscientes cuando vemos cómo profesores y padres van sacando adelante un curso escolar que se creía perdido, o cómo los profesionales de la sanidad están dando una lección de organización con insuficientes recursos, y también los empleados de las tiendas de alimentación tratando de dar un servicio indispensable; a todos estos trabajadores se suman personas anónimas, empresarios, formaciones sociales, que con una conducta altruista aportan autoestima y bienestar entre los ciudadanos.

Este despliegue de iniciativas sigue siendo necesario para solventar las carencias que se producen en determinados grupos sociales, en personas ancianas, por ejemplo, que tienen que ser atendidas no dentro de dos semanas sino hoy.

También habría que resaltar lo que las artes y sus creadores están aportando en estos momentos para que no se prescinda de los beneficios que produce la cultura, esos beneficios que, en escenarios de crisis, aún se hacen más necesarios para sobrellevar la situación. Los medios de comunicación, las plataformas digitales hacen posible el acceso al cine, a la música, a las artes plásticas, aunque sea desde una pantalla nos ayudan a tener un desarrollo conductual mucho más llevadero. Todo este compendio creativo florece estos días cuando vemos a los artistas exponiendo sus creaciones, facilitando su consumo de manera solidaria.

Haciendo referencia al conjunto de los artistas plásticos, éste es uno de los más vulnerables. Un sector que, a nivel general, se ha mantenido, mayoritariamente, gracias a los apoyos de los gobiernos, de las empresas públicas. En estos momentos la situación de los creadores es de desamparo, y nada o poco se habla de ello. Dada la gravedad de la situación que vive la comunidad artística en España, la entidad de gestión VEGAP ha puesto en marcha, también otros países lo han hecho, campañas como SOS Arte y Cultura, para averiguar las situaciones más urgentes y dárselas a conocer al Gobierno para que actúen con ayudas directas a estos creadores.

Si las visualizaciones por Internet de todo lo que engloba la cultura han aumentado considerablemente, es porque tienen una razón de ser y del ser o no dependerá el futuro y el progreso de la sociedad.

*Pintora y profesora