Lo que dificulta muchísimo el debate público (la democracia deliberativa, si prefieren) no es tanto el tremendo barullo político, el hecho de que los actuales liderazgos (salvo excepciones) no representan a lo mejor y más inteligente de la sociedad o el brutal cambio de paradigmas que se está produciendo... sino la dificultad que hay para discutir a partir de unos mínimos razonables, de la aceptación de algunos hechos ciertos por elementales que sean. Si, por ejemplo, ponemos sobre la mesa el informe que sitúa a la red aragonesa de carreteras entre las peores de España, explicarlo exige un conocimiento elemental del territorio, de su pasada y actual financiación, del contexto institucional y de unos datos objetivos que incluyan el déficit histórico de inversión pública (la determinada por los sucesivos gobiernos de España) que veníamos arrastramos hasta la llegada de las autonomías... y se ha mantenido después.

Porque si empezamos a decir cosas que no son: que esto se resuelve eliminando cargos públicos o cerrando la Tele aragonesa o acabando con las autonomías o criando toros de lidia y ciervos de montería... o expulsando inmigrantes. En este plan, apaga y vámonos.

No quiero señalar más a nadie: ni a los centrípetos ni a los centrífugos, ni a los de derechas ni a los de izquierdas y sus respectvios clichés y argumentarios. Pero hemos llegado a un punto en el que cada asunto candente se funde literalmente por exceso de horno y falta de tiento. Rectifico toda afirmación mía de que la culpa del presente lío la tiene la polarización ideológica. Por que eso es verdad solo en parte. El meollo de la cuestión no está en el extremismo sino en que este se convierte en el vector del dogmatismo idiota, el analfabetismo funcional y eso que solemos llamar burricie.

Algunos observadores creen que estamos abocados a crisis políticas y sociales en las que se combinarán reacciones (vean Francia, vean Italia) antisistema muy radicales y enloquecidas. Y es probable que así sea. Porque la ignorancia y la estupidez nos han puesto bajo mínimos.