En el juicio a los que solemos denominar políticos catalanes presos (eufemismo de presos políticos catalanes), Rajoy entraba en explicaciones retrospectivas, Soraya cubría amablemente las lagunas de la Fiscalía, Montoro afirmó haber descubierto que sí, que los independentistas le engañaron en las cuentas... y el jefe y abogado de Vox hizo el ridículo un día más, en estupenda demostración de lo que da de sí la extrema derecha cuando pretende ponerse seria. Pero eso era lo previsto (al igual que las sacristanadas de los secesionistas en días anteriores). Lo que acabó dejándonos turulatos (por lo menos a mí, lo reconozco) fueron esas declaraciones en paralelo de la candidata del PP a presidir la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, según la cual es vergonzoso que el ministerio público reclame tres años y tres meses de cárcel para Cifuentes por falsificación de documento público... y a la asesina del niño Gabriel «le pidan solo tres años». «No entiendo nada», agregó presa de santa indignación. Y eso sí era obvio, porque los tres años para la presunta criminal es lo que solicita su propio abogado, sin embargo el fiscal quiere endosarle una prisión permanente revisable, la perpetua. Ojo al dato.

Pero así se va arrastrando el debate político en las Españas, con comparaciones imposibles, reducciones al absurdo, contradicciones sistemáticas y mentiras a todo trapo, que siempre cuelan si el trapo es de los colores adecuados. Nos han instalado en una situación inaguantable, porque lo malo no es la evidente involución mediante la cual las derechas aspiran a reinterpretar la Constitución del 78 en clave tardofranquista (aunque más restrictiva de lo que Fraga pretendió en su día); lo peor es que ello se esté haciendo a través de una catarata de argumentarios ridículos, brutales y de una falsedad abrumadora. Estamos habituados a que los políticos insulten nuestra inteligencia, pero esto es demasiado.

Dicen algunos que gran parte de la ciudadanía esta lista para deglutir y asimilar esa basura. Me niego a creerlo. No somos tan idiotas.