Llegó el consejero de Hacienda Fernando Gimeno vivito y coleando para iniciar al fin la tramitación del presupuesto de Aragón para este año. Habló de lo que quiso, como siempre. Reconoció que las cuentas del 2017 tendrán una ejecución baja. No es extraño, el proyecto llega con mucho retraso, tanto que apenas queda medio ejercicio para desplegarlo. La emergencia social de la que tanto se ha hablado, a la hora de la verdad se ha quedado en un segundo plano y han primado las cuestiones partidistas. En esto, nueva y vieja política son iguales. La izquierda ha preferido enredarse en una negociación tediosa, en la que el principal objetivo de la formación morada ha sido pedir la cabeza de Gimeno. No lo ha conseguido y el resultado ha sido una pérdida de tiempo que ha desgastado a Pablo Echenique y los suyos, al PSOE y al propio Gobierno. La jugada magistral de la formación morada ha conseguido reforzar al consejero. Pero los problemas no parecen resueltos. Podemos dijo que este no es su presupuesto y que solo se sienten obligados a apoyar su toma en consideración. Es decir, que todo esto podría no servir para nada y que en todo caso, dependerá de lo que decidan sus 13.000 inscritos. Si finalmente el presupuesto no se aprobase, el fracaso sería mayúsculo. Mientras el PP, con el flamante presidente Luis María Beamonte a la cabeza, solo tiene que esperar y no equivocarse demasiado. La izquierda hará el resto, con su lúcida estrategia de autodestrucción. Y cada vez queda menos para las elecciones del 2019.

*Periodista