En Teruel hay una carrera de humanidades en la que sólo se ha matriculado una persona. Seguro que aprenderá muchísimo. Tendrá un claustro a su disposición, un departamento completo. Hemos llegado a lo contrario de aquella masificación que trajo los números clausus, latinajo con que la universidad se defendía del gentío, del baby boom, de un poco de estado de bienestar. Ahora hay una clase de un alumno, o alumna. Las humanidades no tienen mucha demanda, han caído ante la emergencia de la técnica, la economía y toda esa burrufalla a que nos obliga el siglo, las modas que más o menos acatamos sin rechistar. Pero no es cierto que las carreras de letras tengan pocas salidas, vemos al profesor José Luis Corral, que además de gran escritor superventas, o antes de eso, es profesor de historia medieval: y la historia, en todas sus ramas y variantes, tiene mucha demanda, y la arqueología, y las filologías, y las bibliotecas y los archivos... para reparar un paseo enseguida necesitas un arqueólogo, para hacer el barrio del AVE necesitas una geógrafa, un urbanista... Es una estupidez pensar que todo el mundo ha de ser médico, abogado, ingeniera o economista, o las cuatro cosas a la vez, porque ahora parece que un currículum de una sola carrera queda un poco deslucido. El mismo José Luis Corral, por no abandonar tan brillante ejemplo, ha sido asesor de directores de cine en películas de época. No es verdad que no hagan falta esas profesiones de letras, de humanidades, es una moda tonta de los tiempos; peor aún, los flecos de un pensamiento monótono y brasa que luego para nada se refleja en la realidad. Hasta los videojuegos, industria potentísima, necesitan a gente que sepa qué pasó, cómo vivían y cómo disfrutaban y sufrían los personajes. La historia del arte tiene millones de salidas profesionales. Luego ocurre como con las otras carreras, que hay que espabilar, a lo mejor hay que inventarse la propia profesión, ponerse a escribir novelas fuera de las horas académicas, fuera de las horas de oficina, novelas como la que acaba de publicar JLC, El número de Dios , que son una forma de disfrutar y aprender a la vez, montar una consultoría... igual que ocurre en otras carreras. Una cosa es que acatemos las modas, y otra que nos las creamos a pies juntillas. Seguro que el matriculado en Teruel tiene un brillante porvenir.

*Escritor y periodista