El congreso regional de las Comisiones Obreras de Aragón cerró ayer con un punto y seguido la etapa en la que Enrique Tordesillas ha estado al frente del sindicato. La elección de Julián Buey como nuevo secretario general supone mantener una línea de continuidad de dicha etapa, en la que, si CCOO no ha sido capaz de superar sus diferencias internas, sí que ha ganado espacio y credibilidad como organización social.

Cuando Tordesillas (licenciado en Ciencias Físicas y empleado de Telefónica) se hizo cargo de Comisiones, dicho sindicato estaba perdiendo influencia en los centros de trabajo, arrastraba serios problemas de gestión en sus empresas de servicios y sufría un permanente rifirrafe interno. Aquella nueva etapa abierta en 1996 ha permitido recuperar afiliación y presencia, sanear las cuentas de la organización y zanjar de forma civilizada y democrática las diferencias entre corrientes o sectores.

Tordesillas ha sido un secretario general paciente y dialogante, un líder sindical trabajador y serio; quizás le ha faltado más habilidad a la hora de proyectar su imagen de hombre público , pero el resultado de su gestión es muy positivo. Y no sólo para el sindicalismo aragonés, sino para toda la sociedad.