La Vuelta Ciclista a España de este año pasará de nuevo por Aragón. Una etapa de la ronda, una de las últimas, creo, saldrá de Ejea (¡qué casualidad!) y acabará en Lérida. ¿Pasará por Sijena? Esto último sería muy bonito y aleccionador. Pero no sé. Últimamente andamos flojos en lo que a la creatividad se refiere. El presidente Lambán tiene muchas virtudes, desde luego. Pero le falta sentido del humor. Para mi gusto, ojo.

Supongo que me puedo permitir la ironía en este caso, porque todo el mundo sabe que soy muy aficionado al ciclismo. Pero me invade el picorcillo de la coña cuando nuestras instituciones se aproximan al deporte espectáculo para cerrar operaciones de política de escaparate tan obvias como graciosas. Claro que habiendo pagado ya por cuenta del contribuyente no sé cuantos grandes premios de motociclismo (Motorland, ya saben), esto de la Vuelta o incluso los ochocientos mil euracos que PSOE-PP quieren meterle en la caja al Real Zaragoza son una simple bagatela. Un cosita de nada. Todo sea por poner a Ejea en el mapa.

Lo mejor de la política aragonesa (con deporte o sin él) es que resulta muy previsible porque transita por trayectos recorridos mil veces. El otro día, por ejemplo, Beamonte, el actual (y desconocido) líder del PP maño, se fue de propio al Ministerio de Fomento, a que su titular le recibiera en el despacho y comprometiera en su presencia las inversiones que le corresponden a Aragón por el 1,5% cultural: casi dos millones y medio. Bueno, bien está que llegue ese dinerito. Pero la cosa va de carril, ¿no? Entonces, si ya estaba todo previsto y aprobado... ¿qué necesidad tiene el jefe de la derecha regional de irse hasta Madrid para que le vendan una inversión regulada que luego él nos vende a nosotros?

Son como niños. Será por eso que a mí me da pena desengañarlos. Aprovecho pues para saludar a don Luis María Beamonte y celebrar con él la generosidad para con Aragón de Rajoy y sus ministros. Y en septiembre, a la Vuelta, a Ejea, ¡a Sijena! (si fuera posible). Luego, corriendo a Motorland. Qué bueno, oye.