La 9ª Sinfonía de Beethoven era para la república de Weimar símbolo de la Europa que soñaba la Sociedad de Naciones. En 1933, tras las elecciones ganadas por Hitler, en el Festival de Bayreuth, Richard Strauss. dirigió la misma sinfonía como símbolo del fatal nacionalismo alemán a punto de devorar Europa. Y desde 1938, la Sinfónica de Berlín la interpretaba obligatoriamente cada año para conmemorar el cumpleaños del Fhurer junto a los himnos nazis. Bakunin creía que esa música sería parte de la fuerza revolucionaria que terminaría con el viejo mundo y crearía uno nuevo. Hoy, su cuarto movimiento es el Himno de la UE resquebrajada por el neoliberalismo, la doctrina del shock, el pasotismo reaccionario y la Alemania de Merkel.

En Una Europa Alemana (Paidós, 2012), Ulrich Beck, sociólogo alemán y emérito en las Universidades de Munich y Londres y autor de la llamada Teoría del Riesgo, advierte de las funestas consecuencias de la política de Merkiavelo (de Merkel y Maquiavelo) y su absoluto dominio de la UE, el sometimiento de sus aliados conservadores y socialdemócratas, y como el capital, dueño de las cosas, aleja la política de la legitimidad. Esta UE necesita de un "nuevo contrato social europeo que asegure más libertad, igualdad y democracia entre estados" y entre ciudadanos y ciudadanas de Europa y nos lo jugamos hoy con nuestros votos y nuestro silencio. Necesita una ciudadanía común y un proyecto europeo federal, coraje entre tanto timorato centrado en el mercado sin proyecto político. Europa debe convertir sus instituciones en democráticas con poder legislativo y ejecutivo. Arriesgamos un viejo sueño traicionado que nos ha dado muchas alegrías y muchos sustos y que tiene instituciones no democráticas al servicio del poder financiero y que ha violado la voluntad de varios estados con la complicidad inmoral de sus trasnochados dirigentes. Uno de los más sólidos intelectuales españoles, Ortega y Gasset, se refería a ella diciendo "Más Europa que España, España solo me importa si integra espiritualmente Europa" y la vinculaba a su ideal de "hacer de la cultura (me gusta añadir común) una religión nacional con la reforma intelectual y moral que necesitamos", la que quería "vertebrada con solidaridad e instituciones verdaderamente democráticas sin las élites económicas acantonadas en sus privilegios".

Mañana es otro tiempo, se puede parecer al de hoy o no. Pero en palabras del dramaturgo europeo, Bertolt Brecht, "el analfabeto político que no oye, no habla y no participa de los acontecimientos políticos, no sabe que el costo de la vida, de la ropa, del pan y de los remedios dependen de decisiones políticas y que de su ignorancia nace el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las grandes empresas privadas". Los europeos (que ya existimos como entidad diversa hace tiempo) podemos enviarles hoy un mensaje. No participar no detiene la máquina. Al contrario, la libera de exigencias democráticas que hemos de imponer desde cada rincón de la Unión a pesar de las políticas dominantes de grandes traiciones. El continente es tan interdependiente que nuestro gesto puede modificar el mundo pero nuestro silencio solo refuerza el gusto de la élite. Saca tu rabia o tu ilusión y vota hoy, Europa es demasiado importante como para regalársela a nadie. Periodista y activista. Blog.fernandorivares.com