Snabemos que no es la mejor Constitución, pero es nuestra Constitución. Y por fin tenemos un sólido punto de partida. Tal vez los ritmos de la creación de la Unidad Europea estén siendo tan lentos que no sean fáciles de seguir, porque no estamos acostumbrados a mirar hacia el horizonte con tanta perspectiva. Pero el camino es ya imparable, largo y definitivo.

Estamos construyendo una patria con la dificultad de carecer de emociones compartidas. Por eso todavía no nos apasionamos con la idea de poder contraponer a las directrices que Estados Unidos quiere imponer en el mundo, el viejo humanismo europeo, aglutinado alrededor de la fuerza de casi quinientos millones de personas que han decidido vivir juntos, sin necesidad de apoyarse en dictados estrictos de la historia.

La grandeza de la Unión es que no viene impuesta por fronteras decididas en guerras y conquistas, sino por la voluntad explícita de ciudadanos de países libres que abdican de una parte fundamental de su propia soberanía para generar una patria compartida.

No es fácil imaginar que un polaco, un húngaro y un español se puedan llegar a turbar bajo la sombra de una misma bandera. Pero eso es, justamente, la grandeza que tienen los proyectos que se construyen sin la intuición que facilita tener sufrimientos, historia, lengua y destinos erigidos alrededor de avatares de historias y leyendas comunes.

La creación de la Unión Europea ha tenido mucho de matrimonio de conveniencia. Ahora, además de ser capaces de soñar con la contribución que para un mundo más justo puede tener el peso organizado de nuestra vieja sensibilidad europea, tenemos que irrigar poco a poco amor por este proyecto compartido en el que el motor de un patriotismo inteligente sea, precisamente, la potencialidad de los sueños que estamos generando.

Tal vez a nosotros nos cueste imaginar tanta grandeza, porque en la memoria no flotan viejas banderas ni himnos conocidos.

Nuestros hijos aprenderán que una patria nunca se improvisa, y que la patria más inteligente es la que nace poco a poco de un proyecto claro de voluntad democrática compartida. Los europeos vamos a estar juntos por decisión propia. Europa existía, ahora la estamos llenando de europeos.

*Periodista