Que la izquierda europea, especialmente la socialdemócrata (SD), está desorientada y sin hoja de ruta no es decir nada nuevo. No ha sabido ofrecer respuestas a la ciudadanía ante la vorágine neoliberal. Si las hubiera tenido no estaría gobernando plácidamente la derecha. Mas todo tiene un porqué. Hace tiempo que la SD sucumbió embaucada por el neoliberalismo. Cabe mencionar la claudicación de Francois Mitterrand, la engañifa de la Tercera Vía de Tony Blair y la agenda 2010 de Gerhard Schröder. También en esta dinámica debemos incluir al PSOE de Felipe González, ejemplificado con el grito de Carlos Solchaga ¡Españoles, enriqueceos! De los errores se aprende, mas no es el caso de la SD. El SPD alemán se ha arrastrado para tocar poder con la canciller Ángela Merkel. Hollande, que supuso una esperanza, ha doblado la rodilla. La cúpula del PSOE, al contrario que su militancia, está más preocupada por las primarias o por quién encabeza las listas europeas, que por ofrecer unas políticas contundentes y alternativas a los destrozos, auténtico genocidio social, del gobierno de Rajoy. Así cada vez su peso político va a menos. Por ello, es urgente una contundente rectificación, tal como dijo en el discurso A las Izquierdas de Europa y del Mundo, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera en el IV Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) que reunió a 30 formaciones de izquierdas europeas en Madrid en el diciembre pasado, para unificar estrategias frente a las políticas de austeridad y de sumisión de Bruselas al dictado de los mercados. Deberían leerlo los Rubalcaba, Hollande, Gabriel, etc. Pero no surtirá efecto alguno, al provenir, conocido el eurocentrismo político, de un dirigente de un país marginal, como Bolivia. Como señaló Juan Carlos Monedero "Los cuatro puntos cardinales --dijo el poeta chileno Huidobro-- son tres: el Sur y el Norte". Bien podría hacer dicho que en el fondo es tan sólo uno, el Norte... El Sur es una metáfora de la ausencia, "de lo que no cuenta". Mas la situación está cambiando. Ahí están los avances del socialismo en países como Bolivia, Ecuador, Venezuela o Brasil.

García Linera indica que desde fuera de Europa vemos una Europa que languidece, abatida, ensimismada, apática y cansada. Atrás ha quedado la Europa de las luces, de las revueltas, de las revoluciones, la de los grandes universalismos que movieron al mundo. Atrás han quedado los grandes retos intelectuales. La única Europa que vemos es la neoliberal, la de los mercados y no la del trabajo.

Critica que las democracias europeas están muertas, derrotadas y fosilizadas; al ser democracias sin esperanza y sin fe. En sentido estricto, no son democracias. Esta situación la ha provocado el capitalismo en la versión neoliberal. Y avisa que la izquierda europea no puede contentarse con el diagnóstico y la denuncia, tiene que comparecer con propuestas. Tiene que construir y luchar por un nuevo sentido común progresista revolucionario y universalista. Necesita recuperar el concepto de democracia. La izquierda siempre ha reivindicado la bandera de la justicia, la igualdad, la participación. La democracia es mucho más que las instituciones. Es mucho más que votar. La democracia son valores y principios: tolerancia, pluralidad, libertad de opinión. La democracia es práctica, es acción colectiva, es creciente participación en la administración y en la gestión de los bienes comunes, es la recuperación de los comunes como derecho: la educación, el trabajo, la sanidad, la protección de la madre tierra; y tiene que reivindicar una nueva relación metabólica entre el ser humano y la naturaleza.

Insta a la unidad de las izquierdas, ya que la izquierda tan débil de hoy no puede darse el lujo de distanciarse. Habrá diferencias, pero coincidimos en mucho. No podemos seguir peleándonos. La misma unidad preconiza Boaventura de Sousa Santos, mas para que tenga éxito político, tiene en cuenta tres factores: riesgo, credibilidad y oportunidad. En cuanto al riesgo, es importante mostrar que los riesgos no son superiores a los que los ciudadanos europeos ya están corriendo: los del sur, un mayor empobrecimiento, abasteciendo mano de obra barata a la Europa desarrollada; y todos en general, pérdida progresiva de derechos en nombre de la austeridad, mayor desempleo, privatizaciones, democracias rehenes del capital financiero.

La credibilidad radica en la convicción y la seriedad con las que se formula la alternativa y en el apoyo democrático con que se cuenta. Y la oportunidad está ahí para ser aprovechada. La indignación generalizada y expresada masivamente en calles, plazas, redes sociales, centros de trabajo, salud y estudios, no se ha plasmado en un bloque social a la altura de los retos que plantean las circunstancias. El actual contexto de crisis requiere una nueva política de frentes populares a escala local, estatal y europea formados por una pluralidad de sujetos, movimientos sociales, ONG, universidades, instituciones públicas, gobiernos, entre otros actores. El objetivo es unir a las fuerzas de izquierdas en alianzas democráticas similares a los frentes antifascistas surgidos durante el período de entreguerras, con el que existen semejanzas perturbadoras.

Profesor de instituto