Evidentemente, es lo que todos querríamos y lo que no debería faltar en el programa del futuro continental pero ello no quiere decir que ese "para todos", sea una meta muy accesible. Este siglo desde luego, está llamado a consolidar las dimensiones universales de la economía y de la política.

En otros continentes hay unidades políticas que llegan a ese escenario, con buena parte del camino recorrido porque su historia como tales unidades, revela un asentamiento fundado en instituciones con muchos años de preexistencia. Mientras, los europeos, aún no superamos ni de lejos, los límites que tan crónicamente afectan a nuestra unidad; cuando el nacionalismo se convierte en "caldo de cabeza", los Estados europeos,que suman territorialmente menos que China, temen que su atomización dificulte las acciones conjuntas que Europa debe emprender más firmemente si aspira a seguir siendo protagonista principal.

El mal del particularismo continuará emergiendo en todas las crisis y afecta de modo latente a sus Estados clásicos como Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, etc., etc.-; también se nota en territorios como el balcánico y en otros que preferirían ser "cabeza de ratón" que participar en proyectos más ambiciosos y menos aldeanos.

El asunto de las regiones o nacionalidades (dos modos de llamar a la misma entidad, como dijo un diputado catalán en los debates constitucionales de mayo de 1978) no debe perturbar la estructura de los Estados que componen la UE. No hay que perder mucho tiempo ahora con semejantes casos que, con una u otra variedad de contenidos competenciales, suele manifestarse dentro de los territorios de los Estados de la UE.

Allá por julio de 2013, el ministro alemán de Finanzas Wolfgang Shchäuble advertía de que ellos no querían una Europa alemana sino una Alemania europea y que la UE no estaba concebida para que un solo Estado la liderase y los demás se limitaran a seguirle. También advertía del riesgo de que se tratara de imponer ciertos estereotipos (simples prejuicios, más bien) contra los que hay que luchar para seguir trabajando por un Continente fuerte y competitivo.

Es indudable que Alemania ha logrado por el camino de la paz y del entendimiento lo que no ganó sino que perdió en las dos grandes guerras del siglo pasado, la del catorce y la del treinta y nueve.

Si tuviéramos que regresar a una Europa fragmentada en vez de irnos uniendo hoy más que ayer y claro, menos que la Europa de mañana, mantendríamos atomizado el Continente y pese al nivel tecnológico de Europa en su conjunto, careceríamos de posibilidades reales para competir con potencias como China, EEUU, Rusia, India, Japón o con otras que emergerán probablemente como Brasil, Australia, o algún Estado africano.

Echando un respetable vistazo al panorama que ofrecen las fuerzas políticas que concurrirán en España a las elecciones parlamentarias de la UE, se recibe la impresión, cabe que equivocada, de que no prevalezca un espíritu europeísta sino que predomine básicamente el tan constante como pernicioso espíritu de facción: habrá candidaturas de partidos varios, la llamada izquierda no se une ni frente a la que llaman derecha y ofrece opciones ad gustum y la llamada derecha tiene el mérito de no permitirse alternativas pero en todo caso, a los electores no se lo ponen nada fácil.

Ello puede explicar la presencia de candidaturas no apartidistas, por denominarlas de alguna manera, y cuyo papel no me atrevo a considerar inane porque depende del propósito que persigan sus decisores; nadie sabe cuál vaya a ser su utilidad, si igual, menor o mayor que las candidaturas de los partidos pero el pronóstico más predecible no les favorece.

Cuenta Pemán que al acabar cierta reunión, Franco lo tomó del brazo y le transmitió bien silabeada, esta proposición: "desengáñese, Pemán- Europa está equivocada". Pemán se quedó un momento desconcertado pero tuvo reflejos para contestarle esto otro: "Puede ser mi general pero por una vez, ¿por qué no ensayamos a equivocarnos con Europa también nosotros?"

El camino de Europa debería ser el de todas nuestras candidaturas.