La crisis nos ha alejado de Europa. El fenómeno se ha repetido en todos los países de la Unión. Los ciudadanos nos hemos sentido mal representados por unas instituciones, la Comisión y el Consejo, que han renunciado a ser gobierno europeo para someternos a una austeridad preconizada por Alemania que ha invadido la soberanía de los estados con normas sobre pensiones, reforma laboral y presupuestos nacionales. En las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, esta desafección debe convertirse en un impulso para conseguir una UE en la que los europeos nos sintamos reflejados. Considerando la ampliación de poderes que tendrá la nueva Eurocámara, el 25-M tendremos la ocasión de influir de forma decisiva en la orientación de la próxima Comisión. Dada la nefasta actuación de José Manuel Durao Barroso al frente de esta institución, no podemos desaprovechar la ocasión de dar nuestro voto para evitar una repetición. El anunciado crecimiento del populismo y la xenofobia debe ser también un acicate para acudir a las urnas. Depende de nosotros que Europa esté cerca.