Las elecciones europeas no tienen el mismo tirón que las autonómicas o las generales. Será por desconocimiento o, como ya hemos visto, porque las decisiones que nos afectan como país no emanan tanto de esa Cámara de representación como de órganos que escapan al control de nuestros votos (léase troika). Y quizá se deba a que en la elección de los candidatos parece primar el pago de servicios prestados y no un programa activo, pero la participación en estos comicios ha sido cada vez menor, siendo apenas del 46% en las del 2009.

No obstante, la cita del próximo mes de mayo presenta rasgos derivados de la crisis del bipartidismo que la hacen particularmente interesante. Si en las anteriores, PP y PSOE coparon el 81% de los votos, las encuestas no les auguran ahora más de un 57% conjunto.

Aunque no existe un patrón de retroceso sistemático de los partidos que gobiernan en sus respectivos países, la etérea percepción que tenemos de Europa puede hacer que el voto sea más sincero, ajeno a estrategias. Por el centro, formaciones como UPD o Ciudatans, valiéndose de un lenguaje cercano, pueden captar parte del voto de la desilusión, así como el de los indecisos que otras veces han dado y quitado mayorías. Incluso IU parece liberada del mantra del voto útil del que tanto se ha aprovechado el centro izquierda.

Pero hay más iniciativas que han generado expectación. La derecha hasta ahora monolítica se desgaja por el flanco con la formación de Vox, que encabezan Ortega Lara y el disidente Santiago Abascal. Mientras, en la izquierda menos institucional y tradicionalmente dispersa ocurre el caso inverso: pretenden unirse en torno al Podemos del joven profesor Pablo Iglesias, procedente de los seísmos sociales generados en el 15-M; movimientos que muchos menosprecian porque ya no ocupan las plazas, pero que expertos como el sociólogo Manuel Castells ven que "se repliegan y resurgen en un constante vaivén que mantiene la tensión de la protesta".

Visto el panorama, quizá ya no solo se trate de Europa, sino de un banco de pruebas perfecto para una sociedad que busca nuevos caminos. Quién sabe si la esperanza volverá para mayo. Periodista